Tras su rescate y recuperación, el esqueleto del plantígrado iba a ser guardado en el Museo de Ciencias Naturales de Gasteiz. Esa era la idea original hasta que el investigador, divulgador y etnógrafo Iñaki García Uribe se enteró de su existencia.

¿Cómo conoció el hallazgo?

-De manera casual. Acudí a Lakua a una reunión con un alto cargo de nivel 2. Ya en su despacho, me fijé que en la mesa tenía un expediente con el título Sima Itzina. Oso Orozko. Al darse cuenta de que lo había visto, lo guardó debajo de otros documentos, pero ya era tarde.

¿Qué ocurrió después?

-Tras ese gesto, dije: no me marcho de aquí hasta que me enseñes ese expediente. Hablamos de ello y me comentó que la idea era guardar los restos del oso en el Museo de Ciencias Naturales de Vitoria-Gasteiz. Mi respuesta fue tajante: Itzina es terreno comunal, así que el esqueleto pertenece al pueblo de Orozko. Nada tiene que ver con Vitoria-Gasteiz.

¿Dio resultado?

-Bueno, no fue tan sencillo. Tuve que hacer gestiones con el Ayuntamiento de Orozko y con la Diputación Foral de Bizkaia para el envío de una carta oficial al Gobierno vasco reclamando que el destino de los restos del oso fuera el Museo Etnográfico de Orozko que, en ese momento, aún se encontraba en obras.

El resultado, al final, fue satisfactorio. El esqueleto del oso se exhibe en Orozko.

-Sí, pero para ello tuve que conseguir también que se paralizaran, por un tiempo, las obras del museo que estaban ya a punto de terminar. El diseño de las salas había sido encomendado a la empresa museística Sormen Creativos de Vitoria-Gasteiz y su dueño era el reputado atnógrafo y arqueólogo alavés, Armando Llanos. Tras la confirmación de que los restos del plantígrado hallado en Itzina venían a Orozko, logré que se rediseñara la segunda planta del inmueble poder encajar el esqueleto del oso en una urna de metacrilato. Y allí se pueden ver, junto a paneles informativos, desde la inauguración del museo el 22 de marzo de 2000.

¿Qué puede contar de esa especie de oso pardo que habitaba en Gorbeia?

-Pertenece a la familia ursus arctos, propia de Eurasia y Norteamérica. Son mamíferos carnívoros que viven entre 25 y 30 años. Tienen poca visión, pero son capaces de ver de noche en color. A media distancia solo reconocen formas, no detalles. Eso sí, tienen un excelente oído y un gran olfato.

Y de los restos que se muestran en la segunda planta del Museo de Orozko, ¿qué destaca?

-Sobre todo que su disposición es exactamente igual a como fue encontrado en la sima. Sin duda, se hizo un gran trabajo a la hora de recomponer el esqueleto. Y en cuanto a sus medidas son de 1,60 de largo por 0,95 de ancho y de 95 centímetros de altura hasta la cruz.

Dos décadas después, ¿cuales son sus sentimientos?

-De orgullo por haber logrado traer esos restos a Orozko, porque el oso fue, es y será siempre la mayor atracción del museo.