Amurrio - Han pasado más de dos décadas desde que un joven Guillermo Trujillano tallara en piedra una fuente con forma de manzana. Fue durante su periodo de formación en la Escuela de Arte de Deba “y como luego me fui a estudiar a Barcelona y no tenía sitio en casa, se me ocurrió donarla al Ayuntamiento de Amurrio”, explica. Veintitrés años después, su obra de 300 kilos de peso ha sido, por fin, instalada en el parque Juan de Urrutia para refrescar a niños, jóvenes y adultos y seguir convirtiendo este céntrico entorno natural de la villa en un espacio expositivo. Y es que en su entrada principal se alza, desde 2003, la escultura Guk, una pieza de 31 toneladas de acero que fue encargada por el consistorio al escultor Ángel Camino.

Con su colocación y puesta en funcionamiento el pasado 31 de mayo, Trujillano ha conseguido, gracias a su empeño e insistencia, cerrar un círculo creativo y personal que ha ido en paralelo a su trayecto de ida y vuelta a su localidad natal. Fue en el instituto cuando decidió dirigir su formación hacia la carrera de Bellas Artes, un campo en el que se había adentrado desde pequeño “haciendo muchos dibujos y presentándome, de vez en cuando, a concursos”. Sin embargo, “no alcancé la nota necesaria en la prueba de selectividad” y resignado a esperar un año para volver a presentarse “un amigo que había hecho un curso de talla en la Escuela Artística de Deba, me habló muy bien de ese centro y me matriculé en un curso”. Creada en 1969 por el escultor vasco Jorge Oteiza como una escuela experimental para la enseñanza técnica y práctica de la escultura, el grabado y la fundición artística a la cera perdida, en 1981 se transformó en el Centro de Enseñanzas Artesanales de Deba para impartir distintas disciplinas como talla de piedra y madera, cerámica, fundición artística de bronce y grabado calcográfico.

La principal filosofía del centro es la de liberar la imaginación, desarrollar ideas y formar a profesionales en el campo de las técnicas artesanales. Y allí, Trujillano descubrió que, entre todas las opciones que había, “picar piedra me encantaba” y así se lo hizo saber al profesorado. Tras terminar el curso, volvió a intentar el acceso a la Universidad “pero no fue posible y volví a Deba para centrarme todo ese nuevo periodo lectivo en la talla en piedra”.

La inspiración del artista para realizar la fuente surgió durante uno de los ejercicios que tuvo que realizar mientras cursaba allí sus estudios. “Empecé a trabajar el vaciado de piedras y un día me marqué el reto de hacer un agujero por donde pudiera pasar el agua por el centro. Hice esa pieza con forma de manzana y, al finalizar, pensé que podría tener una buena funcionalidad como fuente”, recuerda.

Al concluir ese segundo curso en Deba, Trujillano consiguió pasar las pruebas de acceso a la carrera de Bellas Artes en Barcelona. Pero antes de hacer las maletas y marcharse de Amurrio, decidió reunirse con el entonces alcalde Pablo Isasi. “Le dije: tengo una fuente esculpida por mí en piedra y bronce y la quiero donar al Ayuntamiento. Y así lo hice”.

Veinte años fuera Ya en la capital catalana, el amurrioarra no solo acabó la carrera sino que se convirtió en un artista multidisciplinar “que ha tocado muchos palos, desde exposiciones de escultura o pintura, diseño por ordenador a música en solitario o con grupos”. También ha estado al frente de establecimientos hosteleros “porque ganarse la vida solo con el arte no es factible” y ha formado una familia.

Sin embargo, hace cuatro años volvió a dar un giro a su vida para regresar a su Amurrio natal y, una vez aquí, “me interesé por mi manzana”. Seguía guardada en un almacén del Ayuntamiento y “desde entonces he estado en conversaciones y muy encima del tema para que se colocara en un lugar público”. Su empeño ha dado sus frutos. En coordinación con los dirigentes municipales, se decidió que su destino iba a ser el parque Juan Urrutia y “tras hacer una serie de ajustes como soldar bien el rabo y la hoja de bronce”, la fuente está ya en funcionamiento. “Creo que ha quedado muy bien. Lo que me llega estos días es que a la gente le gusta. Es una pieza curiosa, única y que da identidad”, declara. Y, como aita de dos niñas pequeñas, algo con lo que está satisfecho es que “la boca del grifo es fina y parece que muy adecuada para que los críos llenen globos de agua”.