Orduña - Ocho salas completas de las dependencias de la antigua kultur etxea de Orduña ocupan el nuevo centro de exposiciones Orduña Hiria, una iniciativa cultural surgida gracias a la labor altruista y desinteresada de la asociación de voluntarios Hamaika que, tras un intenso año de trabajo, ha logrado acopiar piezas de gran valor histórico y sentimental pertenecientes a colecciones privadas, donadas por familias y vecinos o por el propio Ayuntamiento.

El proyecto nace con vocación de divulgar el gran valor histórico, cultural y patrimonial de Orduña pero, sobre todo, de los oficios y gremios que se implantaron en la ciudad desde el siglo XIII hasta el último tercio del XIX. “Aunque no hay nada escrito, fue en torno a 1229, fecha en la que Orduña obtiene el título de villa, cuando se empiezan a asentar los primeros oficios que fueron de curtidores, olleros y herreros”, precisa el investigador local, Txetxu Lambarri, y miembro de Hamaika. En el siglo XIV es cuando empieza a cobrar fuerza el gremio de zapateros que ha sido una de las actividades económicas más importantes que ha tenido la ciudad. En concreto, en 1485 ya existía la adobería de Martín Sáenz de Múgica y los zapateros Iñigo Urrujola, Pedro Eguiluz y Juan García. El sector evolucionó de tal forma que en los años anteriores a la guerra civil de 1936 la ciudad contaba con 17 fábricas de calzado, la mayoría totalmente artesanales y que empleaban entre 4 y 30 trabajadores, el 25% mujeres. No es de extrañar, por tanto, que una de las salas más amplias del nuevo centro de exposiciones esté dedicada, exclusivamente, a este gremio con un apartado dedicado, incluso, a dar a conocer las botas de fútbol que se diseñaban y elaboraban en uno de los talleres ubicados en Orduña.

Siglo de oro de los gremios La época dorada para los oficios coincidió con la eclosión económica y comercial que vivió Orduña en el siglo XV y “la llegada de grandes señores a la ciudad que trajeron consigo la implantación de tallistas, canteros o plateros y también, gracias a plantación de viñedos y elaboración de txakoli, hubo numerosos toneleros y cuberos”, indica Lambarri. Ya en el siglo XIX hubo un nuevo repunte con la proliferación “de gremios que no había habido hasta entonces como el de confiteros y silleros, un auge que se debió, sobre todo, al importante aumento poblacional que experimentó la ciudad en esa época”.

La sala de exposiciones que gestionará directamente la asociación Hamaika repasa la historia de esos gremios y oficios artesanales que tanta relación han tenido con la ciudad. Además de muestras dedicadas a la zapatería y herrería, hay también un espacio dedicado a la madera y sillería, centrado sobre todo en la firma Basabe. De hecho, hay documentos que citan personas de este apellido en el siglo XVIII en las puertas del Santuario de La Antigua, aunque el paso a la fabricación de sillas se produce a finales del siglo XIX cuando uno de sus miembros, Evaristo Basabe, contrae matrimonio con una donostiarra y se establece en Gipuzkoa levantando una pequeña industria en Hernani. Su hijo Lucas, en la fabricación de sillas y su esposa Isidora Tellaetxe, en la realización de asientos de anea, continuaron con la tradición una vez establecidos de nuevo en Orduña.

Otros de los espacios del museo están dedicados al proceso de elaboración de ceras, a mostrar ejemplares de bicicletas antiguas, a dar a conocer la historia de la Banda de Música de Orduña o para difundir y poner en valor la paleontología. Es el contenido principal de las exposiciones permanentes que se irán ampliando y mejorando a medida que se vayan recibiendo más aportaciones. Pero la asociación Hamaika desea que sea un espacio vivo y está abierta a acoger muestras itinerantes o temporales. De momento, la sala abre al público los viernes de 17.00 a 20.00 horas, sábados de 10.00 a 13.00 y de 17.00 a 20.00 horas y domingos en la franja matinal.