Cinco investigadores han aunado sus conocimientos para escribir y publicar el primer libro sobre el desarrollo, características y consecuencias del conflicto bélico de 1936-1939 en la zona del oeste vasco. El resultado del trabajo es La Guerra Civil en el Alto Nervión, una obra financiada por Gogora (Instituto de la memoria, la convivencia y los derechos humanos de Gobierno vasco) y en la que comparten autoría Ramón Zurimendi y Luiso López, de la asociación etnográfica Aztarna; el periodista Joseba Egiguren, el experto en armamento y gran conocedor del Cinturón de Hierro, Asier Pérez de Eulate; y el arqueólogo Josu Santamarina, encargado de dirigir las campañas de prospección en el monte San Pedro localizado entre Amurrio y Orduña.

La recuperación de la memoria histórica sobre, hasta hace poco, este desconocido episodio del pasado reciente de la comarca arrancó hace una década cuando “Ramón Zurimendi y yo empezamos a buscar y recorrer restos de trincheras en zonas como Maroño, Orduña, San Antón, San Pedro, Unzá, Baranbio, Altube?”, enumera Luiso López. De manera paralela, la asociación Aztarna empezó también a gestionar, con diversas administraciones y entidades, la puesta en marcha de un proyecto de prospección arqueológica en el escenario bélico del monte San Pedro de Beratza que resultaron fructíferas puesto que ya se han llevado a cabo tres campañas de trabajos con destacados resultados y descubrimientos. “Hace dos años, cuando ya teníamos localizados y documentados alrededor de 120 trincheras y un centenar de nidos de ametralladoras con su ubicación, medidas y estado solicitamos al instituto Gogora subvención para poder plasmar toda esa información en un libro”, precisa. La confirmación de la ayuda llegó en 2018 y, a partir de ahí, “nos pusimos en contacto con Joseba Egiguren, que había escrito un libro sobre la historia del campo de concentración de Orduña; con Josu Santamarina para que aportara sus conocimientos sobre lo descubierto y ocurrido en el monte San Pedro; y con Asier Pérez de Eulate como experto en el tipo de armamento que se utilizó en el conflicto”.

Cinco capítulos El volumen, presentado ya públicamente en Amurrio y en Orduña, se encuentra dividido en cinco capítulos de temática diversa: crónicas de guerra, armamento, represión franquista, historia oral, paisaje y patrimonio. “Queríamos dar forma a los restos materiales descubiertos durante los últimos diez años y para ello comenzamos a acudir a archivos nacionales, regionales o locales y a recoger testimonios de protagonistas aún vivos. Ha sido complicado porque sobre lo acontecido durante la Guerra Civil en el Alto Nervión hay muy poca historiografía y aquí se libraron combates importantes con muchas víctimas y muy poca gente lo sabía”, apunta Zurimendi.

De hecho, el principal objetivo del libro es llenar un vacío en la historia del Alto Nervión sobre unos acontecimientos que llevaban décadas silenciados. Es el caso de la prisión central que, entre 1937 y 1939, albergó la ciudad de Orduña en las instalaciones del colegio de los Josefinos y que es el eje central del capítulo Represión Franquista que firma Joseba Egiguren. “Por allí pasaron unas 50.000 personas que habían estado luchando en los campos de batalla de las costas vascas, Santander, Teruel, Cataluña o Valencia. Fueron hechos prisioneros y llevados a Orduña sin saber de qué se les acusaba y donde estuvieron recluidos en muy malas condiciones”. Una vez allí, eran sometidos a una clasificación en función de sus antecedentes antes y después de la contienda civil. “Algunos consiguieron escapar, otros eran obligados a luchar en las tropas franquistas en contra de sus compañeros y los que se demostraba que eran afines al régimen republicano acababan realizando trabajos forzados en obras civiles y militares en cualquier punto de la península”.

Y Orduña no se libró del drama del fusilamiento “hacia quienes se demostraba que tenían una fuerte vinculación política o militar”. La crudeza de las condiciones de vida que sufrieron estos represaliados quedó constatada en agosto de 2014 cuando, gracias a la colaboración de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, se procedió a la exhumación de 14 esqueletos humanos que fueron hallados, dispuestos en dos hileras, bajo una losa de hormigón “y que pertenecían a personas que estuvieron en una Prisión Central que luego se convirtió en un campo de concentración”, recuerda Egiguren.

A juicio del periodista, “aún queda mucho por investigar sobre este tema y trabajar en cuatro aspectos; saber la verdad, justicia, reparación y evitar la repetición”.