Rencillas del pasado, una mujer que se tambalea, una alerta y una reacción a la altura de las circunstancias: avisar a la policía y poner cerco al maltratador. El cortometraje Noche de chicasNoche de chica, con dirección y guión de Rosa Romay, enmudeció el Zalla Zine Antzokia como arranque de una jornada de sensibilización sobre la violencia de género ejercida en ámbitos de ocio, principalmente de noche. Bajo el título de Violencia en cita, una agente de la Ertzaintza y una psicóloga analizaron este tipo de situaciones de la mano de la Mancomunidad de las Encartaciones y la asociación Mirra para el liderazgo de la mujer.

“Varias noticias de mujeres violadas después de drogarlas” sacudieron a Rosa Romay. Empezó a comentarlo en su entorno y a recibir preocupantes respuestas. Amigas que aseguraban haber bebido solo una copa y no acordarse de nada. Prácticamente todas “hemos escuchado en alguna ocasión eso de que no pierdas de vista el vaso por si acaso”, sin embargo, “no me esperaba esa clase de testimonios en un ambiente tan cercano, me planteé la impotencia tan horrible de las víctimas”. En los delitos de sumisión química la realidad “dista de los tópicos: la mayoría son sexuales y se cometen contra mujeres menores de 30 años, con el alcohol o fármacos de uso común como las benzodiacepinas” como principales elementos y “no debemos fiarnos de la idea de que solo un desconocido arroja algo a la bebida” o acecha en un callejón por la noche. El primer caso con presencia de la tan nombrada burundanga no pudo demostrarse hasta “2016, en Palma de Mallorca”.

La ertzaina especialista en violencia de género y voluntaria Ruth Ortega puso de relieve que estos casos donde se anula la voluntad “resultan difíciles de demostrar”, lo que puede suponer un freno a la hora de denunciar con el miedo de no ser creídas o que cunda la idea de que se lo han buscado. Situaciones que “ocurren con más frecuencia de lo que pensamos”. Existen protocolos, como enviar a la víctima al hospital. “Si se duchan tras la agresión se eliminan pruebas, pero ¿quién tiene la lección aprendida de cómo hay que reaccionar cuando te violan?”, se preguntaba.

Por ello, “apelo a la responsabilidad y solidaridad”, como la de la protagonista del cortometraje. En una noche de discoteca se topa con una chica que no le cae especialmente bien por su relación con un exnovio. Así se lo cuenta a su amiga. Mientras se divierten repara en que la otra mujer apenas puede sostenerse en pie ni articular palabra. Sospecha inmediatamente que le ha echado algo en la bebida y lo comunica a la policía. Es importante “la colaboración ciudadana, porque antes nadie avisaba cuando presenciaba una agresión a una mujer al considerarlo parte de la privacidad de la pareja, afortunadamente desde 2004 o 2005 las cosas están cambiando”.