Todo estaba listo para presentar la obra el año pasado coincidiendo con las conmemoraciones del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, pero la crisis sanitaria obligó a posponer el acto. En 2021, por fin la artista de origen argentino Mónica Lignelli ha podido compartir con la ciudadanía de Karrantza su obra que lanza un llamamiento a la igualdad desde el optimismo de la viva paleta de colores que ha elegido. “Toca reinventarnos y pensar en nuevas fórmulas para dar voz a millones de mujeres en todo el mundo y visualizar el camino que queda por recorrer en aras de la igualdad”, expresó ante vecinos y asociaciones como el coro femenino Abesti Lagunak, que puso la música.A raíz del coronavirus “han surgido nuevos obstáculos, que se suman a los de carácter social y sistémico que persistían y que frenan la participación, trayectoria y liderazgo de las mujeres que se enfrentan a un aumento de violencia doméstica, tareas de cuidados no remunerados, el desempleo, pobreza y privación de libertad”. Dentro de la programación de una jornada que “busca reconocer los logros alcanzados para conseguir una sociedad justa e igualitaria”, rememoró cómo ha experimentado en su propia piel la discriminación por razones de género.

“Me sugirieron que firmara mis trabajos como M. Lignelli para que pensaran que detrás del nombre podía haber un hombre”, reconoció. Salió muy joven de su Argentina natal para trasladarse a Catalunya. Ganar un concurso despertó su vocación artística. Después se mudó a la provincia de Salamanca, donde se topó con una sociedad más retrógrada. Para salir adelante limpiaba casas “y conocí la precariedad”. Se divorció, “la mejor decisión que he tomado en mi vida”, y crió a su hijo sola en otro municipio en el campo mientras iban creciendo los encargos. Por medio de unos clientes “que vaticinaron que mi estilo iba a encantar en Euskadi” recaló en Bilbao y tuvo un estudio en la ciudad. “Mis lazos con Bizkaia permanecen muy fuertes. Gran parte de mis amistades proceden de allí”, recuerda con cariño.

Por medio de otra de sus amigas, la médica de Karrantza Teresa Rosa Calvo, llegó al valle para dejar su sello personal en un muro de sesenta metros de largo situado frente al Ayuntamiento. La localidad “me parece espectacular, un sueño de bonita”, pero sus habitantes la han conquistado aún más por su hospitalidad. “La gente venía a hablar conmigo mientras estaba trabajando. Me acuerdo de la señora Pilar, que me acercaba comida”, agradece.

“No abandonemos nuestros sueños, que sostienen la esperanza y alegría de vivir”, dijo ante las personas que admiraron el mural, llamado Siempre libres, siempre vivas.