La plaza San Pedro desierta, unos pocos ciclistas entrando en calor con un café en las terrazas de los bares... Galdames no recuerda una mañana de Nochebuena tan desangelada, acostumbrados desde hace tres décadas a los puestos de la feria y los vítores de los niños a Olentzero y Mari Domingi, que eran recibidos por una multitud a su llegada al municipio. Pero este año del coronavirus lo ha trastocado todo, incluyendo las tradiciones navideñas más arraigadas. Aun así, el Ayuntamiento encartado quiso que el pan local estuviera presente en las cenas y por ello repartió 380 hogazas por los barrios.En ello se afanaron desde primera hora “la brigada y el equipo de gobierno”, según explicó la concejala de Cultura, Nagore Orella. La panadería Saratxaga elaboró 250, Allende Okidengia otras cien, mientras que las treinta restantes salieron del agroturismo Areitz Soroa, “que desde el confinamiento está elaborando pan y lo está poniendo a la venta”.

Posiblemente Nochebuena represente la jornada de mayor movimiento del año, aunque en la panadería Horno de Leña Saratxaga acumulan ya varias jornadas de frenética actividad para cumplir con todos los encargos. Una larga cola se podía ver desde la carretera en el obrador del barrio Humaran de Galdames al que se trasladaron hace dos años y medio desde Güeñes, esperando turno para ser atendidos a través de una ventana, de forma que se evitaron acceder al edificio. “A partir de las 24 horas perdemos la noción del tiempo”, comentaba Enoch García, que trabajó en el obrador codo a codo con su tío, Jonathan Saratxaga. Este añadía que “empezamos el martes a las 22.00 horas” y desde entonces prácticamente no habían parado. En el establecimiento “no hay máquinas”, todo sigue las recetas de toda la vida y “empleamos masa madre”. En total, salieron de sus instalaciones “fácilmente más de mil panes”, además de otros manjares que triunfan en Navidad, como pastel vasco. En la panadería Saratxaga no faltaban al Ogi Eguna. Permanecían en el puesto “hasta que agotábamos el género” manteniendo abierto el obrador “porque mucha gente aprovechaba para parar a comprar el pan aquí de camino a la feria. También han echado en falta las de San José de Güeñes o la bilbaina de Santo Tomás en un año muy complicado. Ellos también “al principio del confinamiento pasamos miedo” ante la nueva amenaza del coronavirus.

Primera suspensión

A Txelu Tierra le embargaba la “pena de ver la plaza vacía” desde Allende Okindegia, en la misma plaza San Pedro. Curiosamente, él firmó en el diario Egin la crónica de la primera edición, “en 1987 en plan más casero en el barrio Zubiaga antes de que tomara el auge actual; se ha convertido en un punto de encuentro para Enkarterri y Meatzaldea y nunca se había suspendido”. En el establecimiento la guarda enmarcada.

José Ángel Arana, que contribuyó a fundar el Ogi Eguna, ejercía de jurado desde 2016. Aquel primer año “con Aitor Elizegi y Aimar San Miguel y, en 2019, con Eduardo Arana y el repostero Jon Cabello. También panadero, “cerré en enero, así que no enciendo el horno en Navidad por primera vez en mucho tiempo” y se ha autoconfinado para minimizar el riesgo de contagiarse. “Por eso no acudí a la presentación del libro de memoria histórica, una iniciativa con la que colaboro todos los años”, echando la vista atrás en entrevistas con Marta Zaldibar, de la empresa Novélame, que ha recogido los testimonios.

Experto en el pan de Galdames, Arana indica que “en el concurso cada hogaza redonda ha de pesar sobre kilo y medio y tener cinco puntas, aunque cada pan de mi abuela podía llegar a los tres kilos”.

“Llevamos sin parar desde el martes a las 22.00, habremos hecho más de mil panes”

Panadería Saratxaga

“Me da pena ver la plaza San Pedro vacía, la feria ha cogido mucho auge en Enkarterri”

Allende Okindegia

“No enciendo el horno de leña en Navidad por primera vez en mucho tiempo”

Panadero y jurado del certamen