Güeñes - Tiene que concretar cómo, pero Ana Zamorano reeditará el proyecto solidario Dos Señoras Vacas en sus próximos destinos. El nombre alude a las cabezas de ganado necesarias para ayudar a cultivar la tierra en la población de Jirong, Gambia, donde viajó como cooperante. Se necesitaban 500 euros que la joven de Güeñes contribuyó a recaudar con numerosas actividades. No solo eso, cuando regresó seis meses después donó 1.500 euros. La segunda edición de la iniciativa contribuyó a ampliar la escuela del municipio ugandés de Kawanda y la tercera se desarrolló el año pasado en América Latina.

En El Salvador, Ana grabó un documental durante dos semanas con mujeres encarceladas por haber sufrido abortos espontáneos que espera editar lo antes posible. El mismo día que le permitieron entrar en una prisión “liberaron a tres de ellas, una justo cumplía 31 años, con lo cual pude vivir el antes, el durante y el después, el reencuentro con sus familias fue muy especial”. Antes de proseguir entregó un donativo a la Colectiva Feminista de San Salvador, “que lo va distribuyendo mes a mes en alimentación o talleres; se trata de comunidades muy humildes”.

Probablemente “resultaron los momentos más duros” de los que ha afrontado en el extranjero en un periplo por América del sur y central con una de sus últimas estaciones en Colombia, en las islas de Santa Marta. Allí “proporcionamos comida a una familia sin recursos que, ya con tres hijos adoptaron a los dos de los que se habían desentendido sus vecinos” y contribuyó a la instalación de botiquines con antídotos contra la picadura de serpiente en áreas alejadas en las que “muere gente por no llegar a tiempo a un hospital y las carreteras no reúnen las condiciones para que las ambulancias circulen con seguridad”. También se implicó activamente en los talleres impartidos por la Cruz Roja para enseñar a los vecinos cómo utilizar los kits de emergencia. Además, pudo internarse en las entrañas de la comunidad Cogui, muy celosa de su intimidad y costumbres.

Charla en el colegio No olvidará fácilmente lo que ha visto y, aunque suene a tópico, al volver se valoran más comodidades que desde aquí se ven como básicas y en otros lugares constituyen auténticos lujos. En Latinoamérica “cargaba con diez litros de agua por si no encontraba, aprendí a lavarme los dientes sin agua...”. Así se lo contó a alumnado del colegio Avellaneda de Sodupe al que ofreció una charla la semana pasada.

En un futuro “quizás me anime a plasmar cosas por escrito” en formato libro cuando el trabajo le permita poner un poco de orden. Pudo compatibilizar sus obligaciones laborales con la ruta “conectándome a la red”, porque podía funcionar a través de Internet. La necesidad de dedicación plena por una temporada fue una de las razones que motivaron su vuelta a Enkarterri desde la capital de Georgia, Tbilisi. Pero no desperdicia la ocasión de actualizar sus perfiles en Instagram, @remoteana y Facebook, Ana Zamorano Ruiz-Remoteana y su página web, www.azamorano.com.