En octubre de 1936 el Gobierno de Euzkadi decidió construir un cinturón defensivo para proteger Bilbao del ejército del general Franco. Nueve meses después, los franquistas rompieron esas defensas el 12 de junio de 1937. En el municipio de Berango se fortificaron "la cima y la ladera de Areneburu con varios nidos de ametralladora", detalla Aitor Miñambres, director del museo Memorial del Cinturón de Hierro de la localidad. Sin embargo, transcurridas siete décadas, la mayoría de esas fortificaciones desaparecieron hace quince años, en 2006, con motivo de las obras del corredor de Uribe Kosta. Ahora Berango ha apostado por la recuperación de ese patrimonio mediante su reconstrucción a escala de las construcciones defensivas desaparecidas para ser expuestas en el museo, de la mano del experto modelista Manu Paz Varela.

Un minucioso trabajo que permitirá al público conocer con detalle cómo era el sistema de fortificaciones del municipio, su estructura y funciones. Un nuevo elemento que se suma a la amplia oferta didáctica del museo, que cuenta con paneles, displays y vitrinas temáticas que cubren aspectos como el equipo, armamento y el modo de vida de los hombres y mujeres que hicieron posible la mayor fortificación de la historia de Bizkaia.

A este respecto, Miñambres explica que el Cinturón de Hierro a su paso por Berango constaba de varias fortificaciones. "Tras la guerra, algunas fueron demolidas, mientras que otras permanecieron intactas. Tal es el caso de Areneburu, en cuya loma se conservaban cuadro nidos de ametralladora en perfecto estado hasta que en 2006, con la construcción del corredor Uribe Kosta, tres de ellos desaparecieron, quedado en pie el que todos conocemos. Esta última fortificación fue puesta en valor en 2012 por el Ayuntamiento de Berango y actualmente forma parte del Itinerario de la Memoria de la localidad". Una pérdida de gran valor patrimonial, según apunta el director del museo. "Algunos de los nidos de ametralladora eran únicos en su arquitectura, uno de ellos tenía dos troneras y otro disponía de un complejo sistema de comunicación interior. Previamente a la destrucción de estas fortificaciones, personas interesadas en su conservación tuvieron a bien fotografiar el patrimonio existente, así como medir las construcciones y realizar planos de las mismas, a la vista del final que se avecinaba. Esta información nos ha servido para poder reproducir a escala las construcciones defensivas desaparecidas, que ahora pueden verse en el museo".

De esta manera, desde el Área de Turismo, Patrimonio y Memoria Histórica del Ayuntamiento de Berango se vio la oportunidad de rescatar a escala este patrimonio desaparecido, para su conocimiento y divulgación entre la ciudadanía. "Para llevarlo a cabo, nos pusimos en contacto con un modelista con larga trayectoria en trabajos similares. El proyecto ha contado también con la colaboración económica del Instituto Gogora del Gobierno vasco", indica Miñambres.

En este sentido, las maquetas realizadas a escala 1/16 son la fiel reconstrucción de los originales desaparecidos, con la ventaja de poder observarse el exterior y el interior de estos asentamientos de ametralladora. "Consultando unas fotos antiguas y, gracias a unos croquis realizados con las medidas que se cogieron en su día, hemos intentado reproducir lo más fielmente posible cómo eran estos restos patrimoniales", apunta Varela. En concreto, las maquetas están realizadas en scratch (lenguaje utilizado por los maquetistas para referirse a la elaboración propia). "Se les ha dado un corte en sección para mostrar cómo era su interior y cómo se realizaba su construcción, reforzando el hormigón con varillas de encofrado e incluso raíles ferroviarios para dar más consistencia a la techumbre y aguantar los impactos de los proyectiles. Estos nidos de ametralladora estaban realizados en hormigón y mampostería y se ocultaba su cubierta con sacos y tepes de hierba para evitar la visualización de la aviación enemiga", expone.

Sin duda, una ardua labor de reproducción que ha dado lugar a un trabajo espectacular. "Debido a que tengo otra profesión y no me dedico principalmente al modelismo, el tiempo se ha alargado hasta un año y medio, llegando a más de 300 horas de trabajo. Las maquetas están realizadas en cartón y recubiertas con una capa de escayola, tallando con un buril las líneas de encofrado del hormigón y las piedras. Después de la pintura, se ha añadido la hierba estática", concluye Varela.