Cualquier persona que encuentre un animal varado en la costa vasca puede activar la red de varamientos de Euskadi llamando al 112. En ese momento se pone en marcha un protocolo mediante el que una red de voluntarios a cargo de Ambar Elkartea, que desde 2017 colabora con el Área de Medio Ambiente del Gobierno vasco, da asistencia a los animales marinos varados. Una red compuesta por voluntariado científico que atiende cada año entre 30 y 40 varamientos, sobre todo de cetáceos y pinnípedos -como la ballena de Sopela en 2019-, y de manera ocasional, tiburones y tortugas marinas.Con más de dos décadas de experiencia, Ambar se ha convertido en el referente en materia de mamíferos marinos en Euskadi, donde existen más de veinte especies diferentes. Una entidad que vela por el cuidado del ecosistema porque, tal y como aseguran, conocer el mar y lo que le ocurre es “la primera medida necesaria para su conservación”. A nivel logístico, cuando un animal vara vivo su primer paso es intentar “minimizar su sufrimiento” y valorar si la “reintroducción” al mar es viable, pero “cada caso es diferente”. “Cada varamiento se tiene que analizar de forma individual”, explicó Leire Ruiz, presidenta de Ambar Elkartea, durante la presentación de un vídeo divulgativo de la labor realizada por la red de varamientos de Euskadi que tuvo lugar ayer en la Estación Marina de Plentzia (PIE). Al acto acudieron además de la responsable de Ambar, la viceconsejera de Medio Ambiente del Gobierno vasco, Amaia Barredo, el director de Patrimonio Natural y Cambio Climático, Asier Arrese, el director del PiE, Ionan Marigómez, y la alcaldesa de Plentzia, Elixabete Uribarri. La viceconsejera destacó que la labor divulgativa de Ambar contribuye a la “sensibilización de la ciudadanía sobre la importancia de la conservación del medio ambiente”. Por eso, el acuerdo entre el Gobierno vasco y Ambar puesto en marcha hace cuatro años ha dotado a la red “de un voluntariado más firme y estable” para atender a “todos o casi todos los varamientos que son accesibles” y, prácticamente, “se han duplicado los varamientos asistidos”. En concreto, cada año ocurren entre 30 y 40 varamientos en la costa vasca, concentrados entre diciembre y abril, debido a la influencia del viento y los temporales.

Investigación

Además de asistir, Ambar se encarga de recoger información de las especies. Esta información se recopila en los Sistemas de Información de la Naturaleza. En concreto, entre sus objetivos están el conocimiento a largo plazo de la fauna marina, sobre todo los mamíferos, pero también la formación de voluntarios e interesados, sensibilización y educación ambiental, gestión y asesoramiento en los varamientos, etc. “Cuando el animal está muerto intentamos hacer una necropsia de ese cuerpo para recopilar todos los órganos y tejidos que se pueda. Unas muestras biológicas que una vez analizadas aportan muchísimos datos y, a veces, incluso se puede conocer la causa de la muerte”, expuso Ruiz.

Las muestras se llevan al biobanco del PiE, el centro de investigación en biología y biotecnología marinas experimentales. Allí se estabilizan para conservarlas en un estado óptimo y se archivan para poder realizar posteriores estudios científicos. Adicionalmente, se han ido recopilando todos los datos primarios de avistamientos y varamientos de cetáceos y pinnípedos desde mediados de los años 90 hasta la actualidad, lo que permite empezar a tener información solvente para poder conocer la situación de las especies de mamíferos marinos en la costa vasca. A este respecto, los mamíferos marinos proporcionan una información muy útil para el diseño de medidas de conservación. Es por eso que el Gobierno vasco subvenciona la labor de asistencia a los cetáceos y pinnípedos varados en el litoral.

Estación. Cada año ocurren entre 30 y 40 varamientos concentrados entre diciembre y abril. El viento y los temporales, claves.

Municipios. Los que más varamientos registran son Donostia, Zarautz y Zumaia, en Gipuzkoa, y Getxo y Sopela, en Bizkaia.

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