AY que desplegar más energía en los asuntos administrativos que en la guerra”. Esta cita, atribuida al emperador francés Napoleón Bonaparte, resume a la perfección la trayectoria de Marcos Landaarroitajauregui, que durante cuatro décadas ha formado parte de la plantilla del Ayuntamiento de Berango, en el que empezó como policía municipal y donde se ha jubilado como administrativo. “Ha llegado la hora”, resume “pleno de felicidad”, después de toda una vida ligado al Consistorio berangotarra.

Querido y respetado, se lleva consigo a casa el cariño de sus compañeros y del pueblo de Berango. Unos frutos que recoge, especialmente, por su humanidad. Perteneciente a una estirpe de profesionales de la burocracia, siempre se ha caracterizado por su ordenada metodología de trabajo y cercanía. Nada de trámites. Interés, cariño y empatía, aunque sea “para ofrecer un empadronamiento”, esgrime. “Un pilar en la atención a la ciudadanía”, tal y como le define la alcaldesa Anabel Landa, quien destaca su “dedicación, paciencia y amabilidad”.

Mientras recoge sus cosas y se hace a la idea de que ya no volverá más a esa rutina diaria, echa la vista atrás y recuerda sus inicios. Fue en enero de 1981 cuando puso un pie en el ayuntamiento. Y lo hizo como policía local. “Saqué la oposición y por aquel entonces había solo un alguacil. Soy arquitecto técnico pero en aquella época no había mucho trabajo de lo mío, así que empecé como policía y así estuve durante nueve años”, rememora.

Se mudó a Berango desde la capital vizcaina y lo primero que le llamó la atención fue el entorno de la casa consistorial. “Es precioso, de los que sorprenden al visitante”, afirma. Una vez instalado, ejerció como agente de la ley durante casi una década. “Estuve nueve años. Éramos dos policías, uno en turno de mañana y otro de tarde. Era todo muy diferente. Berango tenía, aproximadamente, 4.600 habitantes”, apunta. También le tocó patrullar por las noches en el pueblo vecino. “En 1985 teníamos un sistema de turnos nocturnos junto con Sopela. No había patrullas de la Ertzaintza y hacíamos una labor conjunta. Así estuve casi un año”, prosigue.

De aquella etapa con placa guarda un buen recuerdo. También sus vecinos. “No era de multar, siempre avisaba primero. No creo que encuentres a mucha gente a la que le haya puesto una multa”, bromea. Por ejemplo, su modus operandi siempre era preventivo. “Había un bar, Maritxu se llamaba, que daba muchas comidas y se llenaba la carretera de coches, algunos mal aparcados. Me pasaba por allí, les advertía y quitaban los coches. Siempre he abogado por una Policía al servicio de la ciudadanía, aunque es cierto que hoy en día es más complicado...”, reflexiona.

También recuerda las patrullas “andando” y, a veces, según si la ocasión lo requería, “en una mobylette”. “Íbamos sin arma, solo con una porra, pero nunca me hizo falta. Cada vez que actuaba era prudente y apostaba por el diálogo. Siempre me ha parecido lo más importante”, sostiene.

Administración

Posteriormente, los responsables municipales le solicitaron ayuda para realizar gestiones administrativas y, más tarde, se creó un promoción interna de auxiliar administrativo a la que se presentó. Dejó el uniforme y se adentró de lleno en la transformación digital del Ayuntamiento, primero, como operador informático, tras incontables cursos y horas de estudio en su tiempo libre, desarrollando aplicaciones, algunas de las cuales todavía se emplean. “Conocí el primer fax y los primeros ordenadores del ayuntamiento. Tenían veinte megabytes de disco duro”, indica. Durante su extensa etapa laboral ha trabajado con cinco alcaldes -Carlos Iza, Rafael Etxegarai, José Antonio Landa, Miren Dobaran y Anabel Landa- e incluso coincidió con el actual regidor de Bilbao. “Juan Mari Aburto trabajó aquí como secretario durante un breve periodo de tiempo”, recuerda. Su implicación con el pueblo fue creciendo y comenzó a colaborar con la organización de su evento deportivo más destacado: la Milla Internacional. “En la cuarta edición creamos una aplicación para sacar la clasificación al momento”, apunta. Desde entonces, siempre le ha echado una mano a Josu Hernández, responsable de la prueba. “Es una gran persona, sabe escuchar y siempre está dispuesto a ayudar a los demás. Parte del éxito de la Milla se le debe a él”, reconoce Josu. Ahora, Marcos podrá disfrutar de sus pasiones: el estudio de la genealogía familiar y la Prehistoria.