Conscientes de que la pandemia ha impactado negativamente en la salud del planeta, las jóvenes estudiantes de Lauaxeta Ikastola Amaia Vázquez, Irune Iraragorri y Matxalen Rodríguez han decidido crear conciencia, e impulsar la necesidad de apostar por la economía circular con productos reutilizables y respetuosos con el medioambiente. Juntas han dado vida a Mask Bags, un pequeño proyecto empresarial que transforma las mascarillas quirúrgicas y desechables en bolsas de compra. “Antes de la pandemia existía una conciencia medioambiental y ahora parece que se ha perdido. Nos estamos centrando en la salud, en frenar los contagios, pero se están dejando de lado sus consecuencias. Mask Bags nace para intentar crear conciencia sobre el problema de la contaminación que ha surgido por el uso masivo de las mascarillas”, apunta Irune Iraragorri.Todo comenzó a finales de 2020 cuando en la clase de Business Administration de segundo de bachillerato, el profesor Egoitz Etxeandia propuso al alumnado el poder crear un proyecto empresarial basado en la metodología de la economía circular. “Mi objetivo es que puedan crear proyectos que puedan impactar en la sociedad. En este sentido creo que el covid-19 ha demostrado que la salud es importante, pero no a cualquier precio. El uso de estas mascarillas tiene un impacto negativo tanto en los ríos, en los mares, como en nuestro entorno y Mask Bags le ha podido dar un uso práctico, un uso diario y hacerlo además de una forma visual para que la gente vea que es un problema real”, relata satisfecho.

Y es que según los datos aportados por la organización de conservación marina Oceans Asia en el último año los océanos han recibido 1.560 millones de mascarillas, lo que supone una contaminación de más de 5.000 toneladas adicionales de plástico. “Siendo conscientes de esta realidad y de que supone una amenaza para la salud, para la sociedad, para el medioambiente y para los animales intentamos buscar un cambio y darlo a conocer”, avanza Irune.

Decididas a impulsar este cambio comenzaron a estudiar posibles usos e investigar la forma de desinfectar las mascarillas contactando con Osakidetza y con IMQ. “Contamos con un protocolo de desinfección que consiste en dejar las mascarillas que recogemos 72 horas estancas en un bidón y luego las desinfectamos. Después de secarse, las clasificamos por colores y podemos empezar a coser las bolsas”, explica Matxalen Rodríguez. Así, y habilitando diferentes puntos de recogida, han podido recoger más de un millar de mascarillas para hacer con ellas diferentes prototipos de bolsas. “Necesitamos 48 mascarillas para hacer una bolsa grande que es capaz de soportar hasta cinco kilos. También tenemos una bolsa más pequeña formada con 24 mascarillas y otra carterita con cuatro. Todas tienen doble capa y están totalmente libres de posibles restos de covid u otras bacterias”, desgrana Amaia Vázquez.

Reto personal

Pese a reconocer que este proyecto les ha llevado más horas que las académicas, las tres se muestran orgullosas del resultado. “Ha sido un reto poder llevar a la práctica un proyecto empresarial así, pero estamos disfrutando muchísimo y a su vez aprendiendo y creando conciencia de que tenemos que poner solución a esto y no mirar a otro lado”, reconocen.

Ahora, su idea es poder presentar Mask Bags en diferentes ayuntamientos y asociaciones locales para poder seguir impulsando el cambio. Todo para que estas mascarillas en lugar de terminar en el mar tengan un nuevo uso y una nueva vida.

“Queremos concienciar sobre el problema que ha surgido por el uso de las mascarillas”

Mask Bags

“Estamos disfrutando muchísimo y a su vez aprendiendo y creando conciencia”

Mask Bags

“Necesitamos 48 mascarillas para hacer una bolsa grande que soporte hasta 5 kilos”

Mask Bags