También la Semana Santa, como manifestación popular multitudinaria, fue golpeada por la pandemia. Una a una fueron suspendidas las peregrinaciones, procesiones y marchas cristianas. Y no ha sido hasta este 2022, cuando el virus parece estar ya bajo control, que estas muestras de religiosidad volverán a las calles del botxo y de otros muchas localidades. Hace unos días, las cofradías daban cuenta de su calendario de actos previstos y ayer mismo el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, leía el pregón que abre la liturgia habitual de estas fechas, próximas ya.

Dos años ha tenido que esperar el primer edil para poder compartir sus recuerdos personales marcados por la fe cristiana y su visión como pastors, como ocurre en esas grandes ciudades donde la diversidad religiosa -y su protección- es una obligación moral y legal. Por eso, el alcalde Aburto confió en que la Semana Santa recupere su función como momento para la reflexión, cada cual desde su espiritualidad. Los estragos sociales engendrados por el covid-19 han sido para muchas personas lo más parecido a una puerta de acceso a esa mirada al interior.

El alcalde aprovechó su discurso para enviar un mensaje a la comunidad cristiana sí, pero también al resto de personas -creyentes o no- que durante los episodios más implacables y desalmados de la pandemia se detuvieron un instante a pensar y a tratar de entender aquel fenómeno que había arrodillado al planeta. “Creo que en pandemia hay dos valores que están en lucha: el individualismo y la solidaridad. Y dependerá de cual de los dos triunfe para que salgamos a la pospandemia como una mejor sociedad o no”, subrayó. Y no fueron las únicas señales que el alcalde puso sobre el camino. También habló de poner en valor la cooperación entre las personas, las organizaciones y los territorios. “El presente y el futuro nos demandan menos confrontación y más cooperación”, resumió.

Por eso apostó por atender a todas esas cruces que la crisis de valores y un modelo económico despiadado han plantado en Bilbao, como en otros tantos lugares: jóvenes, víctimas de violencias, personas migrantes, mayores en soledad,... Con todo, y tras hacer referencia a la resurrección bíblica, Aburto depositó su fe en las personas, “en la gente buena que nos cruzamos todos los días y que está dispuesta a comprometerse en la ayuda a los demás” como fórmula ideal para la resurreción; esta vez de la de Bilbao.

“Hay gente buena que nos cruzamos todos los días y que está dispuesta a comprometerse en la ayuda a los demás”

“El presente y el futuro nos demandan menos individualismo y menos confrontación”

Alcalde de Bilbao