RAN las 12.00 horas del día de ayer. El Arenal no desprendía ningún olor. Estaba desierto sin los fogones y cuadrillas que tendrían que estar animando, ya desde por la mañana, el recinto festivo donde los concursos gastronómicos son una de las actividades protagonistas de Aste Nagusia. No había ni rastro de las patatas en salsa verde, primer plato estrella que tendría que haberse cocinado, tal y como manda la tradición. En su lugar, y como viene sucediendo todos los domingos, el Mercado de las Flores fue lo único que alegraba la vista de los paseantes. "Y saber que hace un año todo era normal. Que estábamos de fiesta sin saber la que nos iba a caer este 2020. Me da pena ver esta situación, pero ojalá todo se solucione pronto y que ningún virus nos vuelva a quitar nuestra Aste Nagusia", lamentó Enrique Gámez, un amante de la fiesta bilbaina que ayer se conformaba con pasear a lo largo de la ría.

En el mismo lugar, deberían estar las txosnas con sus respectivos comparseros en su interior, preparando todo para la noche. La limpieza en profundidad y el abastecimiento de productos era lo único que debía preocuparles. Este año lloran la suspensión de sus queridas fiestas, pero no queda otra que coger fuerzas para preparar el mejor programa de Aste Nagusia para 2021.

Los paseantes vienen y van por el Casco Viejo bilbaino, lugar que conecta la mayor parte de recintos festivos de la ciudad. Todos guardan el distanciamiento social y dan una imagen de responsabilidad. "Tenemos que poner de nuestra parte para superar esta situación", apuntó Ignacio Pérez, que lució el tradicional pañuelo de fiestas al cuello. "No me lo quitaré hasta el domingo", prosiguió.

Bilbainos y turistas transitaban también junto a la iglesia de San Nicolás, donde tienen lugar los herri kirolak y hacen su mítico paseíllo los gigantes y cabezudos bajo la atenta mirada de niños y mayores. Nadie escuchó las risas o la música que anima el Casco Viejo. Los más pequeños echaron de menos a una de las figuras más populares de las fiestas que durante las mañanas de Aste Nagusia se trasladaba hasta la plaza del Arriaga para hacerles disfrutar. Y es que la pregunta que se hacen muchos de ellos es; ¿a quién se va a comer el Gargantúa este año? "A Mikel le encantaba, le hacía mucha gracia aunque cuando era más pequeño le daba mucho miedo. Solíamos venir por estas fechas del pueblo porque nos gusta mucho Aste Nagusia y este año ni nos hemos ido ni tenemos fiestas. Me entristece ver la ciudad tan poco animada y con tan poca gente", dijo María López, madre de Mikel, mientras recordaban lo bien que se lo pasaban otros años por estas fechas. También acudían, y como no podía ser de otra manera, a las barracas. "No queremos ir porque veremos el recinto vacío, pero es un trago que tendremos que pasar", declaró López.

Adiós barracas

Aunque era por la mañana y el sonido de las diferentes atracciones no tendría que estar sonando, la imagen del parque Etxebarria no debía ser otra que con las barracas durmiendo esperando a que llegase la tarde para divertir a todas las familias que se desplazaban desde diferentes puntos de Bizkaia, el Estado o incluso desde cualquier parte del mundo. La noria ha apagado sus luces, esperemos que por un año, y con ellas las de toda la ciudad. Desde cualquier punto de la villa podía contemplarse esta icónica barraca que no para de girar, e incluso los más privilegiados tenían la ocasión de ver los fuegos artificiales desde las alturas. Sin duda, muy pocos pueden presumir de ver los espectáculos pirotécnicos tan de cerca.

Vecinos de la zona, aunque reconocieron que la no celebración de esta edición de Aste Nagusia está siendo un descanso para sus oídos, confesaron que prefieren los nueve días de fiesta a ver la ciudad tan apagada. "El ruido siempre molesta, pero era un ruido que te animaba. Veías a la gente disfrutar, pasándoselo en grande y para eso están las fiestas. Ya tenemos el resto del año para descansar", apostilló Miguel Fernández, vecino de Begoña. Admitió que lo que le ayudaba a conciliar el sueño era estar de un lado para otro junto a Pili, su mujer, y sus nietos. La Pérgola era su lugar favorito: "Los Cinco Bilbainos me gustaban mucho". "Por las mañanas iba a oler las cazuelas de El Arenal con mis nietos, bailábamos también danzas vascas en la Plaza Nueva y tomábamos algo. Eran días también para estar con la familia porque podemos presumir de tener las mejores fiestas del mundo", dijo orgulloso. Para rematar el día, el Txikigune era la mejor opción para acabar una jornada festiva. "Lo bueno es que hay actividades para todas las edades y si por la mañana hacía algo que me gustaba a mí, por la tarde había que hacer algo que le gustase a mis nietos", contó.

Y es que el parque de Doña Casilda es el escenario preferido y punto de encuentro familiar e infantil. Con los años se ha consolidado como uno de los espacios más exitosos de Aste Nagusia, gracias al incremento de actividades por parte del Consistorio bilbaino durante los últimos años. Por allí han pasado cientos de niños desde los 0 hasta los 12 años. Disfrutaban de las zonas de lectura, piscina de bolas, disfraces, cuentacuentos, hinchables de agua... Todo lo que a un niño le hace feliz. Carla y Jorge pasaban ayer por el parque con su hija Aiala. Viven cerca y exprimían hasta el último segundo de la Aste Nagusia. "No parábamos y el Txikigune era una parada obligatoria", apuntaron. Además, otra de las citas a la que nunca fallan los más pequeños es el tradicional desfile de la ballena con Bally y el resto de cetáceos que ayer deberían de haberse paseado por la Gran Vía.

Sin embargo, este año los escenarios clave que durante todas las ediciones de Aste Nagusia han acogido actividades festivas descansan, al mismo tiempo que lo hace Marijaia. La ciudadanía se comporta, y no queda otra, porque la mayoría coincide en que la próxima edición será inolvidable y volverá para llenar las calles de ruido y alegría.

Teatro

Durante Aste Nagusia también tenían lugar diferentes actuaciones de calle dirigidas al público infantil y familiar. Se celebraban en la Plaza del Gas y la diversión estaba asegurada con las acrobacias, música, magia...

Conciertos

Otra de las citas clave que muy pocos bilbainos se perdían eran los conciertos que se programaban en diversos espacios de la ciudad como en la explanada del Guggenheim o el parque Europa.

Fuegos

Eran muchas las familias que se reunían para cenar y ver los fuegos artificiales. El sonido y el color de los mismos mantenía a la ciudad en silencio mientras contemplaba este espectáculo pirotécnico.

"Me entristece ver la ciudad sin ánimo y sin gente; es un trago que tenemos que pasar"

Vecina de Bilbao

"El ruido siempre molesta, pero era un ruido que te animaba. Para eso están las fiestas"

Vecino de Bilbao