Era una infraestructura totalmente necesaria en Bilbao, en Bizkaia y en todo Euskadi. Había una necesidad de un espacio perfectamente dotado que sirviese como referencia para la música, para la ópera y también para los congresos. Y ese hueco lo ha cubierto perfectamente.

Para nosotros fue un paso muy importante. La construcción de Euskalduna nos permitió pasar a un espacio mucho más amplio, con mejores dotaciones, y superar esas necesidades escénicas que tenía el Coliseo Albia: un aforo superior, unas condiciones técnicas mucho mejores y la posibilidad de abordar nuevas producciones mucho más complejas.

Es una infraestructura muy reconocida y con prestigio; ahí están los resultados, la ocupación, la diversidad de actos, los congresos... Cualquier persona que lo visita reconoce que es una sala magnífica desde el punto de vista de la música.

Su modelo de gestión es delicado, porque tiene usuarios diversos: por una parte están las orquestas, la ABAO, las juntas de accionistas, los congresos, los teatros... La convivencia es compleja porque todos queremos más días de ensayo y no tener que desmontar. Eso generó en el pasado tensiones lógicas, en parte ya superadas. Estaría bien que dispusiese de otra sala que permitiese descongestionar el auditorio.