ERAN tiempos difíciles. Corrían años complicados, repletos de trabas para una lengua que tenía ansias de respirar profundo y expandirse con total libertad. Y a pesar de todo eso, a pesar de lo arisco del momento, un grupo compuesto por familias que amaban profundamente el euskera y tenían claro el modelo educativo que querían para sus hijos, logró en 1966 la legalización de la Ikastola Resurrección María de Azkue. Este proyecto echó a andar en el corazón de Bilbao, en un piso de la calle Elkano, de manera que pasó a ser la primera ikastola de Euskal Herria en obtener permiso para enseñar en euskera y en castellano. Aquel pequeño y reivindicativo centro educativo fue el precursor de lo que hoy es Lauro Ikastola, ubicada actualmente en la localidad de Loiu, y que ayer inició los actos de la celebración de su 50 aniversario con un gesto que se antojaba imprescindible: rendir homenaje a la llamada Junta de Señoras o Emakumeen Junta, el grupo de mujeres que gestionó la puesta en marcha y funcionamiento de la ikastola Azkue, con dos nombres al frente, el de Julita Berrojalbiz y el de Tere Rotaetxe.

Así pues, un grupo de aquellas mujeres valientes y familiares de estas, acudió al acto de reconocimiento que tuvo lugar ayer en el Museo Bellas Artes de Bilbao y tras el cual se descubrió una placa junto al portal del número 6 de la calle Elkano; una placa que recordará a las actuales y futuras generaciones que fue allí donde se dio un gigantesco e ilusionante paso en pro del euskera y de la educación euskaldun.

Asistentes

Representantes de Lauro Ikastola y de diversas instituciones acudieron al acto para agradecer su labor a estas mujeres que, fuertes, convencidas y voluntariosas, lograron asentar los férreos cimientos de un centro que medio siglo después sigue respirando euskera y sigue formando a menores de Bizkaia. No faltaron a la cita Arantza Aurrekoetxea, viceconsejera de Educación del Gobierno vasco; Lorea Bilbao, diputada de Euskera y Cultura, y el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto. También estuvo Andrés Urrutia, presidente de Euskaltzaindia, que fue una institución clave que apoyó la puesta en marcha del proyecto.

Itziar Laskurain, presidenta de Lauro Ikastola, e Idoia Iruretagoiena, directora gerente del centro, hicieron las veces de anfitrionas en el emotivo acto en el que no faltaron abrazos y cariñosos saludos entre las veteranas precursoras de la ikastola. Iruretagoiena, durante su intervención, se refirió a estas mujeres resaltando “su esfuerzo y su generosidad por abrir camino a la enseñanza en euskera”. Por su parte, Laskurain destacó la “apuesta arriesgada en tiempos difíciles” que hicieron y gracias a la cual los niños de Lauro pueden estudiar y formarse en esta lengua. “Seguimos recogiendo el fruto de aquel trabajo”, señaló, agradeciendo de corazón la labor de aquellas familias impulsoras. Agradeció también el papel que realizaron en aquel entonces Euskaltzaindia y la Diputación de Bizkaia apoyando el proyecto. Laskurain terminó su intervención con la lectura de una poesía escrita con motivo de este aniversario por Jon Gerediaga, antiguo alumno y hoy profesor de Lauro Ikastola.

Andrés Urrutia intervino en calidad de presidente de Euskaltzaindia, pero también de padre de jóvenes que han estudiado en dicho centro, y tras destacar la labor de estas mujeres que en aquellos tiempos difíciles “garantizaron la presencia del euskera”, agradeció el trabajo de los profesores, padres, madres y personal del centro que han hecho posible que esta ikastola siga adelante y les animó a que sigan trabajando “con ese entusiasmo”. En los mismos términos se pronunciaron Arantza Aurrekoetxea y Lorea Bilbao. “Muchas gracias a los que dieron ese paso difícil en aquellos tiempos”, destacó Bilbao, que apuntaló el compromiso de la Diputación por continuar a su lado.

Aburto destacó “la ilusión, el esfuerzo, el trabajo y el compromiso”, demostrado por Emakumeen Junta. “Hay una fuerza más potente que la de la electricidad y la del vapor: es la fuerza de voluntad, que es la que ha hecho posible este proyecto”, señaló, y concluyó poniendo el acento en que “impulsar el euskera es responsabilidad de todos”. Los presentes acudieron a la calle Elkano, donde, junto con otras homenajeadas, Isabel Andia, hija de Julita Berrojalbiz, descubrió la placa conmemorativa.