Tal y como tranquiliza Paola Vecino, “la Navidad es temporal”. Un motivo más para disfrutar sin filtros ni ficciones de unas fechas tan de postal –y comerciales– que pueden tener consecuencias en personas con baja autoestima, inseguras de sus capacidades, dependientes emocionalmente y en aquellas que son muy perfeccionistas. Estos perfiles son “más vulnerables a las decepciones familiares” cuando la autenticidad del núcleo familiar se hace presente… “Lo primero que hay que tener en cuenta es que no hay una forma correcta de vivir la Navidad, sino que cada uno debemos crear nuestra propia experiencia”, ilustra esta voz experta adscrita al Colegio Oficial de Psicología de Bizkaia.
¿Por qué cree que en Navidad se intensifica esa presión por tener reuniones familiares ‘ideales’?
Se intensifica debido a que lo que percibimos a nuestro alrededor y sobre todo en las redes sociales son familias muy unidas que desbordan alegría e ilusión. Sin embargo, cuando echamos la vista atrás y observamos a nuestro núcleo familiar vemos que nada tiene que ver con esa estampa idílica y ahí es donde empieza nuestro empeño por intentar tener la reunión de anuncio navideño.
¿La Navidad es algo así como un examen del funcionamiento familiar?
Podríamos decir que sí ya que cuando nos juntamos con familiares del día a día o a los que apenas vemos en todo el año, nos damos cuenta realmente de cómo funciona nuestro núcleo familiar y a qué tipo de familia pertenecemos; si es una funcional, estructural o disfuncional.
A los medios de comunicación siempre nos salpica algo, pero por lo que me decía ¿las redes sociales están influyendo en que muchas personas comparen a su familia con un modelo irreal, de esos de anuncio?
Las redes sociales no ayudan mucho ya que nos muestran un modelo de familia idílica que es complicado de ver. Aun así nos esforzamos por intentar tener, aunque sea unos días, una familia feliz, unida y sin conflictos e intentar experimentar esa pequeña sensación de felicidad que se asemeja a los anuncios navideños… pero como bien dice el refrán: En todas las familias cuecen habas.
¿Algún efecto emocional asociado al ver que la realidad familiar no coincide con ese ideal navideño?
“Las redes sociales no ayudan mucho ya que nos muestran un modelo de familia idílica que es complicado de ver”
Cuando nos reunimos con nuestros familiares y somos conscientes de que nuestra realidad familiar es bien distinta podemos llegar a sentir tristeza, frustración, estrés, ansiedad o incluso incomodidad por conflictos del pasado no resueltos o por desacuerdos que surgen en determinados temas de conversación. Evidentemente, todos nos sentimos en mayor o menor medida afectados por esta realidad; sin embargo, personas que presentan una baja autoestima, inseguridad, dependencia emocional o sean muy perfeccionistas, son más vulnerables a las decepciones familiares.
Vivir alejado de la realidad o sin querer saberlo no suele acabar bien… ¿Qué tipo de conflictos familiares tienden a aflorar?
Los conflictos familiares que más afloran en estas fechas, sobre todo alrededor de una mesa, son los conflictos no resueltos; es decir, las viejas rencillas, rivalidades o diferencias políticas, económicas o familiares. También hay uno del que se habla poco pero que genera conflicto, que es el del reparto de las tareas navideñas; es decir, ponernos de acuerdo sobre quién cocina, limpia, hace las compras, etcétera.
¿Qué pautas recomienda seguir para gestionar esas primeras tensiones antes de que deriven en una especie de guerra sin cuartel?
Es muy importante la comunicación y la escucha activa. Además de intentar mantener la calma y si es necesario, cambiar de tema sutilmente o utilizar el humor para quitarle hierro al asunto.
¿Evitar conflictos en Navidad y en otras épocas del año mejora o empeora las relaciones a largo plazo?
Lo más sano es resolverlos y no evitarlos en cualquier época del año. Un conflicto no resuelto puede generar resentimiento, deterioro de la confianza, distanciamiento emocional e incluso la magnificación del problema, que es el conocido como efecto bola de nieve…. Siempre hay que apostar por resolver.
¿Y cómo pueden las personas manejar la frustración cuando sienten que la Navidad ‘no sale como debería’?
“Personas con dependencia emocional, baja autoestima o muy perfeccionistas son más vulnerables a las decepciones familiares”
Lo primero que hay que tener en cuenta es que no hay una forma correcta de vivir la Navidad, sino que cada uno debemos crear nuestra propia experiencia en torno a esta época del año. Por eso, es importante redefinir expectativas, enfocándonos en momentos más realistas y auténticos, agradecer el poder compartir estos días con los que están, crear nuevas maneras de celebrar y si aparecen sentimientos de nostalgia o tristeza, permítete sentirlos sin juzgarte. Y recuerda que la Navidad es temporal…
Las palabras decepción y fracaso son muy pero que muy duras… ¿Cómo se pueden borrar de nuestro pensamiento? ¿Y del de otros?
Este punto ya forma parte del trabajo personal de cada uno. No hay una fórmula mágica para hacerlos desaparecer, pero lo primero que hay que hacer es identificarlos y buscar cuál es el origen de esa decepción o fracaso para poder analizar la situación. Y rodearte de personas de confianza que te escuchen y permitan darte otra visión para sacar conclusiones de aprendizaje y así poder cambiar estos sentimientos por otros más positivos. Y un consejo: sé autocompasivo contigo mismo y céntrate en el presente, ajusta tus expectativas.
Para quienes viven la Navidad con una sensación de obligación más que de disfrute, ¿qué mensaje les daría?
Les diría que su bienestar es prioridad y que no deben forzar sentimientos de alegría o felicidad si no es así como lo sienten. Rodéate de quien te de tranquilidad y si necesitas poner límites no estás fallando a nadie, estás haciendo un acto de autocuidado. Tu paz es más importante que cualquier tradición.