Detrás de cada pincelada, hay una historia. Y en el caso de Rosa María Sánchez, esa historia comienza en un pequeño pueblo cordobés llamado Pueblonuevo, donde siendo una niña comenzó a sentir algo muy especial por el arte. Y es que con tan solo dos años, ya “enredaba” con su padre, taquillero de cine, en la elaboración de carteles para las películas. Ahí, entre brochazos y olor a pintura, nació una pasión para el resto de su vida.

Muestra de ello, tras más de medio siglo residiendo en Gernika, llegó a la villa foral en 1972 buscando un futuro mejor junto a su familia, Rosa presenta una nueva exposición en la sala Ezkurdi de Durango. Desde este pasado viernes, la muestra, titulada Plumillak, reúne una amplia y variada selección de plumillas, donde paisajes caseríos, montes y eguzkilores serán los grandes protagonistas de la muestra. “Desde niña me desahogo, me entretengo y me evado con la pintura. Lo que tengo muy claro es que hay que estar inspirada para poder pintar. Paso muchas horas delante del lienzo y también terminas cansándote; en ese momento es mejorar dejarlo”, reconoce la experimentada artista.

Con la esperanza de construir un futuro más prometedor, sus padres decidieron mudarse a la villa foral, guiados por la recomendación de unos primos. Desde los primeros años en la escuela, ella se destacaba en todo lo relacionado con las artes plásticas, experimentando una emoción especial cada vez que pintaba o coloreaba cualquier dibujo. A los quince años tomó la decisión de inscribirse en el taller de pintura del municipio gernikarra, donde comenzó a aprender nociones básicas de la mano de Luis Iriondo. “Siempre me gustó más pintar que dibujar. Me apunté al taller porque quería salir a la calle a pintar con los adultos, pero no me dejaron; tenía que quedarme con los de mi edad en clase y eso no me gustaba”, recuerda entre risas, dejando entrever el carácter libre e inquieto que la ha acompañado desde la infancia.

Dedicándose sobre todo al óleo, Rosa comenzó a realizar copias de cuadros con protagonismo sobre todo para los paisajes. Su primera exposición la realizó con 18 años en Mungia. En lo que a su estilo se refiere, no sigue una línea fija. En este sentido, se declara autodidacta, apasionada por el color y con un ritmo de trabajo rápido, impaciente incluso. “Empiezo varios cuadros a la vez. Mientras uno se seca, pinto el otro”, explica entre carcajadas. Su técnica, basada en el óleo, se ha ido puliendo con el transcurso del tiempo, y aunque comenzó copiando cuadros clásicos, hoy encuentra inspiración muchas veces en la naturaleza que la rodea. “La verdad que siempre he sentido algo muy especial por la pintura. Por otra parte, soy una persona que quiere superarse, soy un culo inquieto, le pego a todos los palos y después de tantos años tengo la sensación de que no acabo de definirme”, asegura sincera la multidisciplinar artista.

Compartir su pasión

La posibilidad de exponer con asiduidad en el municipio de Durango le viene dada por formar parte de la Asociación de Artistas del Duranguesado, entidad que desde 1990 sigue siendo un punto de encuentro para artistas y entusiastas del arte. Y es que fue hace una década cuando Rosa decidió integrarse en ella y disfrutar así con el resto de socios que comparten la misma pasión. Es una manera de seguir formándose y compartir experiencias con otros aficionados a las artes plásticas. “La asociación me aporta una sala fija para poder exponer una vez al año y otra que solemos hacerla de manera colectiva. La verdad que siempre es bonito poder dar a conocer lo que haces y que la gente conozca tu trabajos. En este sentido, mis exposiciones siempre han sido oleos y acrílico. Desde la asociación se organizan muchas actividades interesantes que te permiten conocer exposiciones y estar al día de muchas cosas. Es muy enriquecedor compartir arte con personas que lo vivimos de una manera muy especial”, reconoció con entusiasmo. 

Luchando junto a su hija

Hace un par de años, Rosa recibió la terrible noticia de que su hija padecía un cáncer raro del que poco se sabía hasta la fecha. Por ello, la investigación de una enfermedad de la que apenas se conocen avances médicos por su baja incidencia se antojaba fundamental. Fue entonces cuando la artista decidió poner a la venta sus cuadros con el único propósito de recaudar fondos para y destinarlos íntegramente al Centro de Investigación Español de Sarcomas (GEIS). La lucha continúa y las pinceladas de Rosa siguen dirigidas a ayudar a su hija en esta batalla.

Quienes quieran conocer su última exposición podrán hacerlo hasta el día 27 en la sala Ezkurdi de Durango en horario los días laborables de 18.00 a 20.00 horas, y los festivos de 12.00 a 14.00 horas y de 18.00 a 20.00 horas. Además, para quienes quieran seguir su trabajo, Rosa comparte parte de su obra en Instagram bajo el nombre de @rosarte60.