Antonio Lovelli y Antoine Latour han encontrado en Bizkaia el lugar perfecto para hacer realidad sus sueños. Son un arquitecto italiano y un veterinario francés que, tras conocer el país durante un Erasmus, han decidido convertir su vínculo en un compromiso con la tierra. Antonio proyecta cultivar setas en Lemoiz, mientras que Antoine apuesta por plantar frutas y hortalizas en Gatika.
La actual realidad social y los nuevos enfoques empresariales llegan también al primer sector en forma de proyectos singulares que llenan los baserris de acento internacional. Como ejemplo de ello están los proyectos que Antonio Lovelli y Antoine Latour están poniendo en marcha este año en Lemoiz y Gatika, respectivamente. Son un arquitecto italiano y un veterinario francés, sin experiencia previa en el sector, que conocieron el país en una estancia del programa universitario Erasmus y posteriormente han decidido afincarse en Bizkaia y reorientar sus vidas poniendo todas sus ilusiones en sus explotaciones agrícolas.
“Los hongos comestibles y medicinales forman parte de un sector de reciente desarrollo”
Antonio Lovelli (Vicenza, 1978) forma equipo con su pareja Libe Landaburu, psicóloga y micoterapeuta, para hacer realidad Zurbeltz, una innovadora explotación micológica que se ubicará en Lemoiz, en el barrio de Berreagas, en un terreno de una hectárea que se divide entre zona de pasto y bosque. Allí se dedicarán al cultivo ecológico de diferentes tipos de hongos comestibles y con utilidades funcionales y medicinales, que comercializarán en distintos formatos a restaurantes, laboratorios y público final. Quieren traer a Bizkaia el creciente movimiento micoterapéutico y micogastronómico que se interesa por las cualidades de los hongos en todo su espectro: nutricional, ecológico, farmacológico, en bioconstrucción, en el mundo textil, etc. Su proyecto está en fase de implantación. Les han aprobado el plan de empresa y prevén iniciar la construcción de las instalaciones en verano con la idea de producir el próximo otoño. “Implantaremos una construcción modular para que sea funcional y se pueda ir ampliando en función de la demanda de cultivos”, explica Antonio, que ha diseñado él mismo el proyecto.
Antonio llegó a Euskadi hace casi dos décadas dentro del programa Erasmus para estudiar Arquitectura en Donostia. Aquí conoció a la que hoy es su mujer y después de trabajar como arquitecto en Madrid, ambos decidieron regresar a casa, a Algorta, de donde es Libe. Posteriormente, se formó como técnico de cultivos y llevan cerca de dos años dando forma a su proyecto después de que empezaran a darle vueltas a la idea durante la pandemia. “Los hongos comestibles y con utilidades funcionales y medicinales forman parte de un sector de reciente desarrollo, pero que en los últimos años ha experimentado un gran crecimiento en Estados Unidos y China”, señala Antonio. Su explotación estará destinada a la producción de hongos para laboratorios de suplementos alimenticios y también para el sector culinario, además de la venta on line a consumidores, aunque tampoco descartan ampliar su cartera de servicios en el futuro al sector de la bioconstrucción, debido a las características aislantes de los hongos como material de construcción ecológico. “Es un proyecto que tenemos que trabajar, pero que puede ser muy interesante”, señala.
“Siempre me ha gustado el mundo rural y también el lado científico de la planificación agraria”
Antoine Latour (Baiona, 1992) actualmente vive en Busturialdea, pero procede de Iparralde, concretamente de Baiona, de donde partió hace seis años para ir a Lugo a estudiar Veterinaria, estudios que terminó el año pasado. Trabajó en un centro de recuperación del quebrantahuesos, pero se dio cuenta de que su camino no iba por el cuidado de los animales. Entonces fue cuando se puso en contacto con dos amigos que tienen en marcha el proyecto de apertura de un restaurante en Bilbao y querían contar con alguien que les suministrara productos de la huerta de kilómetro cero. Se lanzó a la aventura sin conocimientos previos gracias a su pasión por el campo. “Siempre me ha gustado el mundo rural y la montaña, y también el lado científico de la planificación agraria, el ensayo y error”, explica. Hace poco tiempo ha empezado a ejercer su vocación de baserritarra en una explotación de Gatika en desuso, en el barrio Sertutxa, de 6.000 metros cuadrados de extensión y con tres invernaderos, gracias al Fondo de Suelo Agrario que gestiona la Diputación Foral de Bizkaia. Allí producirá bajo estándares ecológicos hortalizas, frutas, plantas aromáticas, brotes y flores, para su venta directa en ferias y mediante la elaboración de cestas, tanto a particulares como a establecimientos de hostelería del entorno. “Estoy contento con la decisión que he tomado y espero poder tener los primeros cultivos para verano”, señala. Entre ellos hay tomates, calabacín, hierbas aromáticas, etc. “Me voy a centrar en una producción que pueda interesar a distintos restaurantes, con variedades especiales como la salvia con sabor a piña, la santolina oliva, además de otros productos como el tomate rocha de Aretxabaleta, la cebolla morada de Zalla, etc”. Un proyecto que está dando sus primeros pasos y que tiene como misión finalizar en la mesa del restaurante de sus dos amigos, cuando en sus fogones se preparen sus alimentos, cerrando así el círculo, de la huerta a la mesa. “Será muy bonito: productos de cercanía que alimentan a sus comensales”, concluye.