Estos días, todas las miradas, tanto de los amantes de la naturaleza como de vecinos y expertos en aves, están centradas en la torre de Santa Ana de Durango. Y es que desde principios de marzo este emblemático e histórico espacio durangarra está siendo el lugar elegido para que una joven pareja de cigüeñas trate de criar sus polluelos. En estos momentos se encuentran en el proceso de incubación, que puede tardar en torno a 33 o 35 días. Tras ese tiempo, la villa de Durango volvería a tener en su entorno unas crías, después del último intento de 2022, cuando otra pareja trató de anidar en una torre de antenas, pero los numerosos cables colocados impidieron que pudieran procrear, haciendo imposible siquiera la construcción del nido.

La pareja que se encuentra en la torre de San Ana, al parecer está formada por un macho joven, de dos o tres años, que no se encuentra anillado y que hasta ahora no estaba localizado, según explican técnicos de la Diputación de Bizkaia. La hembra es la que tiene anilla, aunque de momento no se ha podido conocer su procedencia. “Podría ser de la zona de Francia”, adelantan.

Se estima que son jóvenes, porque han estado anidando en marzo. “Si fueran más veteranas con un nido hecho hubieran empezado a poner los huevos en febrero”, subraya un técnico foral.

Fue en 2022 cuando una pareja intentó por segunda vez construir un nido en la antena de Telefónica. Sin embargo, todos los esfuerzos resultaron infructuosos ya que no lograron hacerse un hueco entre el laberinto de alambres colocados.

En 2019 sí lograron hacer un nido en la antena, pero en aquella ocasión no consiguieron criar ningún polluelo. Años atrás tuvieron más suerte, concretamente en el año 2015 lograron crear una familia de cinco miembros.

En los años 2000, las cigüeñas también eligieron Durango para anidar, pero en aquella ocasión fue otro punto, cercano al elegido este año: un cedro, un árbol de gran longevidad y porte majestuoso que alcanza grandes alturas y que está ubicado en el parque de Castejón, enfrente del árbol milenario gingko biloba. Cabe recordar que concretamente en 2009 una de las cigüeñas que anidaba en este árbol tuvo que ser rescatada por los bomberos ya que se encontraba atrapada a 20 metros de altura con un cable que le atravesaba la garganta. Los vecinos al oír los graznidos fueron los que alertaron a las autoridades. El ejemplar tuvo que ser trasladado a Gorliz, al centro de recuperación de fauna ibérica, donde se pudo recuperar.

En unas semanas

Si todo sale según lo previsto, este año, además de ver por primera vez un nido en la torre de Santa Ana, también, con un poco de suerte, se podrá ver a los futuros polluelos. Cabe recordar que las cigüeñas son aves protegidas, con nidos que pesan en torno a 300 y 500 kilos. Por su parte los técnicos añaden que “las cigüeñas son unas aves muy testarudas y se empeñan en construir el nido en el lugar que más apropiado ven ellas”.

De momento, habrá que esperar unas semanas para ver el resultado y comprobar si este emblemático espacio durangarra, donde en unos días se representará la historia de Jesús en La Pasión de Durango, da vida también a unos polluelos, los primeros desde la pandemia.