En la primavera de 1928, ante la próxima celebración de la III Asamblea de las Sociedades de Montaña, se procedió por la directiva en funciones de la Federación a la preparación de los asuntos que habían de presentarse como temas a tratar. Para ello se convocó a los clubes vizcainos a una reunión en los locales del Club Deportivo de Bilbao (CDB). Ferrer, Murga y Sopeña presentaron un razonado escrito acerca de los riesgos que acarrearía la total autonomía provincial, sin crear un organismo autonómico superior, que sirviese de aglutinante de los diferentes sectores provinciales, así como de representación regional en las relaciones exteriores. Creo que estos señores lo que pretendían era una censura contra Antxon Bandrés Azkue. Y se armó la marimorena.

Y lo que era una reflexión puramente organizativa y de opinión se convirtió en un asunto político y pasional, perdiéndose la calma y la razón. Lo cierto es que los autores de la proposición fueron declarados poco menos que unos indeseables. Este hecho fue crítico para la vida federativa de Bizkaia y de toda Euskadi. Cuando vieron que la vida montañera se descomponía, todos los que malinterpretaron la proposición desaparecieron, dejando huérfana a nuestra federación y con un gravísimo problema de subsistencia.

El 27 de mayo, en Elgeta, en el transcurso de la III Asamblea, se modificó la constitución orgánica de la Federación en el sentido de “otorgar a las provincias poderes independientes”, tanto en el orden deportivo como administrativo, de suerte que todas y cada una, sin depender de una dirección común, pudieran tomar sus decisiones. Por lo tanto, se establecieron cuatro presidentes con la misma categoría y poder.

Al estallar la Guerra Civil únicamente quedaba la sección federativa de Gipuzkoa con gran sentido de responsabilidad. Lo ocurrido no fue pasajero, sino que la división fue profundizándose y llegó a ser tan grave que produjo consecuencias críticas para el futuro del montañismo vasco.

Expedición del Padura Mendi Taldea (Arrigorriaga) en 1975 a Picos de Europa.

En el acta de la IV Asamblea de 1930 en Arrate se habla de “las causas por todo conocidas”, evitando nombrarlas. Esta asamblea fue una explosión de alegría y fiesta por el homenaje a Espinosa tras la llegada de sus hazañas africanas. La Federación es denominada Vasca –incluyendo Navarra, claro–, pero sin haber hecho una consulta a la Sociedad Bascongada. Nombran a Espinosa presidente de la Vizcaína, sin saber muy bien si era de Bizkaia o lo era de todos. Era tal el entusiasmo y la exaltación, que no se razonaban los acuerdos sino que se tomaban por aclamación.

El viernes 23 de septiembre de 1932 se convoca a la Federación Vasca, sección Bizkaia, a una reunión en los locales del Athletic Club. La prensa sigue informándonos en noviembre de la disolución de grupos como el Mendirik Mendi, hasta que en diciembre se disuelve la Vizcaína, a propuesta de Bandrés, su creador e impulsor. Entre las discrepancias, la interpretación de los fines federales, el querer considerar a la Federación como un club alpino en contra de tener sólo la personalidad que los clubes le diesen y para los fines convenidos, y el centrarse en asuntos que no eran precisamente deportivos, llevaron a esta situación. Al hacerse la Federación autónoma provincial, surgió la ruptura moral del Club Deportivo Bilbao (CDB) con esta institución, ya que ésta sólo defendía una unión espiritual. Frialdad, desinterés, merma de masa deportiva y otros padecimientos erróneos han agravado el lánguido vivir del montañismo vizcaíno. Ante un futuro pobre sin posible solución regeneradora, tras tres sesiones de discusión, se disolvió.

Se generó un debate. ¿Debe desaparecer la Federación? No –decían algunos– porque está prevaleciendo un criterio personal y la colectividad no lo quiere. Pero se impuso la realidad después del libre debate y representados la casi totalidad de los asociados montañeros aprueban la desaparición; no ven otro camino. Es la cuarta vez que se reúnen y firman el acta La Comisión Liquidadora. Se publica la distribución del dinero de acuerdo con los estatutos.

Ejemplar de la revista ‘Pyrenaica’ de 1955 (III época, controlada por la FEM).

A partir de ahora sentiremos su pérdida. Las sociedades vivirán dispersas, sin dirección, con escasez de dinero; la afición alpina sin camaradería, sin afecto entrañable, como si sus vidas se hubieran paralizado. Se perdió el montañismo vasco con el régimen dictatorial, y si ya estaba tocado, murió. La Federación feneció.

Falló el lema de la fundación: “Buscadores de salud para el cuerpo y para el alma, blindándose contra las bajas miserias humanas. El alpinismo ha de crear lazos de amistad indestructible, vínculos fraternales, cuya pureza no maculan rivalidades, pugnas, ni envidias”.

El 11 de julio de 1936 se disolvió la Vizcaína, seis días antes de comenzar la Guerra Civil. Se celebró una asamblea general para reorganizar Bizkaia. Acudieron el Bilbao Alpino Club (BAC), el Grupo Alpino Turista Barakaldo (GATB), Sestao, Baskonia Mendi Taldea (BMT), Tabira, Sopeña y otros, creando una especie de Junta presidida por el BAC, secretariado para el Aldatz Gora y vocalías Sopeña Club Deportivo Bilbao (CDB) y Julio Beristain (GATB).