Dos bicipistas unirán Amorebieta y Larrabetzu, a través de Erletxes, para finales de 2026. Las infraestructuras contarán con más de seis metros de anchura, suficientes para albergar dos carriles para bicicletas y otro para peatones, y estarán separadas de las carreteras por muros de piedra para garantizar la seguridad de sus usuarios. La inversión total de ambas prácticamente alcanzará los 28 millones de euros.

La Diputación sigue avanzando en su iniciativa para tejer todo el territorio con un mallado de bidegorris que permita utilizar la bicicleta no solo para el ocio, sino también para los trayectos diarios al trabajo o al centro de estudios. La intención es trazar varias líneas troncales o bicipistas, de las que colgarán posteriormente ramales secundarios: en total, serán 365 los kilómetros de vías ciclistas los que habilitará la institución foral en los próximos años.

Tras inaugurar en 2023 el primer tramo entre Iurreta y Amorebieta de la bicipista del Ibaizabal -que conectará Zaldibar con Bilbao-, ahora toca darle continuidad hasta Erletxes. Serán 4,5 kilómetros, que pasarán por el barrio Kortederra hasta el polígono industrial de ese barrio de Galdakao. Discurrirá en paralelo a la autopista A-8, primero junto a la calzada en sentido Bilbao, para cruzar posteriormente mediante un túnel ya existente y volver un poco más adelante al mismo lado para llegar hasta Boroa a la altura de los peajes y el área de servicio. "Desde aquí habrá que darle continuidad en su momento para enlazar con el tramo ya ejecutado hasta Iurreta", ha avanzado el diputado foral.

Desde el mismo polígono industrial de Erletxes partirá la segunda de las vías ciclistas que se van a acometer en los próximos meses y que llegará hasta Larrabetzu. En concreto, comenzará en las inmediaciones de la rotonda del Gallo, cerca de la intersección de acceso al polígono industrial, y transcurrirá en paralelo al corredor del Txorierri, por el exterior de la calzada en sentido Gipuzkoa. A través de sus 3,4 kilómetros, el recorrido contará con varias pasarelas como las previstas en el barrio Artola y en la salida de la autovía, para salvar la rotonda y el arroyo Aretxabalgane, hasta llegar hasta el polígono de Larrrabetzu, "de gran tamaño y que cuenta con muchos trabajadores", ha apuntado el diputado de Infraestructuras y Desarrollo Territorial, Carlos Alzaga. Desde ese punto, ha recordado, será el propio ayuntamiento el que decida por dónde discurrirá la red ciclista, al igual que en el resto de municipios. El trazado atravesará espacios abiertos, parques, jardines y bosques.

Detección de presencia

En ambos casos el vial seguirá el mismo modelo que el tramo Amorebieta-Iurreta: cuatro metros de bidegorri, con un carril por sentido, y dos para paseo peatonal. "Son espacios muy amplios, cómodos y seguros", ha recordado Alzaga. También se instalarán farolas solares que contarán con detección de presencia -"estarán encendidas a baja intensidad todo el tiempo y según se aproximen los peatones y los ciclistas se irán encendiendo"-, habrá áreas de descanso para peatones y ciclistas, y se separarán de la carretera con muros de piedra, "que aíslan acústica y visualmente del tráfico de los vehículos. El ciclista, por ejemplo, no se asusta si le pasa un camión muy cerca".

Las dos obras comenzarán en breve y necesitarán un periodo de ejecución de 20 y 18 meses, respectivamente, por lo que entrarán previsiblemente en servicio a finales de 2026. Alzaga ha destacado que su objetivo es "generar itinerarios alternativos a los motorizados no solo para los que se hacen por ocio, sino para los recorridos de corta y media distancia laborales. Queremos que recorridos de hasta 8 o 10 kilómetros se puedan hacer por estas redes seguras y separadas del resto de circulación".

"Minicarreteras"

El diputado foral también ha explicado que el elevado coste de los dos tramos -16 y 11,7 millones de euros cada uno de ellos- se debe a que los bidegorris han pasado de ser poco más que una acerca o una carretera "pintadas de rojo" a auténticas "minicarreteras" con una anchura de unos ocho metros entre los dos carriles para bicicletas y el de peatones, y las cunetas. "Tienen un tratamiento similar al de las carreteras: hay que construir puentes para salvar arroyos y, aunque parte de los trazados discurre en paralelo a las carreteras, hay que buscar alternativas para que el desnivel no sobrepase el 6%, por lo que hay que tener en cuenta las expropiaciones. Los estándares han evolucionado al alza", ha detallado. De hecho, la inversión que realizará la Diputación este año superará los 41 millones de euros.