Son un tercio de los estudiantes en las escuelas de hostelería y, sin embargo, pocas veces llegan a hacerse un nombre en el sector: de los 195 restaurantes con estrella Michelin que hay en el Estado español, únicamente 18 tienen a una mujer al frente. Apenas el 9,2%. Una circunstancia que, en un ámbito tan feminizado como el de los fogones, resulta aún más sangrante. ¿Qué ocurre en la alta cocina para que tan pocas mujeres brillen en ella con luz propia? Un estudio que acaba de llevar a cabo la Academia Vasca de Gastronomía y la Diputación Foral de Bizkaia apunta a la maternidad y la conciliación de la vida personal y profesional como principal techo de cristal y, sobre todo, alerta de la necesidad de generar espacios de igualdad también en este sector. "Solo fomentando que el talento y el esfuerzo sean los únicos factores del éxito profesional conseguiremos que la presencia de mujeres en la alta gastronomía no sea la excepción sino la norma", advierte la presidenta de la Academia, María del Mar Churruca, en la presentación del trabajo.

Las mujeres son la excepción en un ámbito tan mediático, exigente y con tanta proyección pública como el de la alta cocina. ¿Por qué hay tan pocas estrellas Michelin o Soles Repsol si han estado en la cocina durante siglos? ¿Qué pasa para que cuando la cocina se convierte en un arte estelar las mujeres desaparezcan del panorama? Ahí están Elena Arzak, Zuriñe García, Nieves Barragán, María José San Román, Lara Martín... Pero siguen siendo una minoría y resultan menos conocidas que sus compañeros de profesión. El estudio trata de responder a esas cuestiones preguntando a las cocineras profesionales pero también a los estudiantes de las escuelas de hostelería de Euskadi.

La realidad es incuestionable: dos de cada tres profesionales consideran que las mujeres tienen menos posibilidades de destacar en la alta cocina y hasta el 87% afirman que no existen las mismas oportunidades para hombres y mujeres. Otro 87,5% señala la maternidad como un freno en sus carreras y la falta de referentes femeninos sigue afectando el desarrollo de nuevas generaciones. La principal razón es la dificultad para conciliar la vida laboral y familiar, aunque también se perciben desigualdades de liderazgo que tienen que ver con los contactos y la existencia de normas y expectativas sociales de género. "Hoy en día existen cocineras con muy buena formación, pero la piedra en el camino para acceder a la alta cocina es ser mujer y ser madre", ha afirmado este lunes en la presentación de la investigación la presidenta de la Academia.

Horarios y largas jornadas

La falta de flexibilidad en los horarios y las largas jornadas laborales llevan a las mujeres a "tener que elegir entre su desarrollo profesional y su vida personal, algo que raramente se plantea entre los hombres", ha apuntado Churruca. "Los estudiantes chicos muestran más ambición y dan más importancia al prestigio; las dificultades derivadas de la conciliación son cuestiones que les resultan ajenas". Cada vez son más las mujeres que deciden dedicarse a la alta cocina, algo que para la presidenta de la academia puede ser "un signo esperanzador de que las estructuras están cambiando" pero también puede ser que "las jóvenes viven en cierto espejismo de la igualdad, y no son conscientes de las limitaciones sociales y estructurales que persisten".

Por todo ello, la presidenta ha abogado por "trabajar para modificar estas expectativas sociales de género, superar las dificultades para la conciliación familiar y laboral, y las desigualdades en el liderazgo", y por un "mayor apoyo institucional".

La diputada de Empleo, Cohesión Social e Igualdad, Teresa Laespada, ha recogido el guante y ha afirmado que este estudio será el punto de partida para trabajar sobre las medidas que pueden "revertir la situación". "Lo que tenemos que hacer es poner en marcha medidas para que esas chicas puedan trabajar en igualdad de condiciones a sus compañeros. Y esos son los deberes a los que también nos llamamos las administraciones públicas de este estudio", se ha comprometido.