Luisfer Casero es como una humanización del yin y el yang, un todo que surge de la fusión de fuerzas opuestas como el pragmatismo exigible a un operario de Petronor, marcado por la exigente eficiencia, frente a la libérrima imaginación y gusto por lo fantástico que destila este muskiztarra. Bajo la apariencia de niño bueno que nunca ha roto un plato pero al que es mejor no dejarle una vajilla teje sus personajes a través de la imaginación como deja ver en sus creaciones literarias.
No en vano este pasado viernes Luis Casero –jubilado prematuramente por enfermedad– presentó en la sala M de la Casa de Cultura de su pueblo el hasta ahora tercer libro en el que de un triple mortal hacia adelante convirtiendo a todo un pueblo tan sonoro como imaginario Iglesín, un lugar sin igual en el protagonista de su narrativa. “Esta historia nos deja muy claro que nada ocurre por casualidad. Detrás siempre hay un motivo, una causa, alguien o algo que hace que las cosas ocurran. Hay veces que nos parecen invisibles y no las vemos o no queremos verlas, pero lo que está claro que las casualidades no existen”, asegura este vecino de Muskiz que el próximo mes de febrero cumplirá 58 años y que ya trabaja en el borrador de una nueva entrega de literatura fantástica.
Fantasía y suspense
Después de la publicación de 'El mayor hallazgo de la historia. El diario de Ferdi I' –una historia para reflexionar sobre nuestro comportamiento como sociedad– y 'El cuaderno de Fidelín. El diario de Ferdi II' –un cuento ilustrado para centrarnos solo en lo bueno de la vida– Luisfer Casero vuelve con otra historia de fantasía Iglesín. Un lugar sin igual en la que, al igual que en las anteriores mantiene al lector en suspense durante todo su transcurso por la gran cantidad de acontecimientos que ocurren en ella, incluido el nombre del pueblo del que el propio autor-creador evita pronunciarse.
“Para ello hay que leer el libro”, defiende a pesar de que, para mantener la expectación, señala que hay una “pista”. “Es un lugar, es un pueblo en concreto, un pueblo que es fantástico y en el cual van ocurrir una serie de acontecimientos a lo largo de su historia que es de lo que habla el libro. Pasan cosas muy buenas y lo más especial son sus habitantes. No vayáis a imaginaros que sus habitantes son unos seres extraños o bichos raros. No. Son personas como todos nosotros, lo que pasa es que son tan humildes Y tan buena gente que les hace ser especiales”, desgrana.
Optimista empedernido capaz de ver el verde esperanza entre tanto rastro ennegrecido. Casero asegura que la ficción literaria le sirve para convencer a hombres y mujeres “de que somos capaces de portarnos mucho mejor con el planeta y con nuestros semejantes”. De hecho, la historia de Iglesín tiene mucho que ver con el cuidado del planeta y aborda trágicas realidades como las guerras que nos rodean hoy día. “La historia se sitúa en año 2196 –300 años después de su nacimiento– y empieza desde la creación del pueblo por parte de unas personas que tuvieron que huir de sus lugares de procedencia por los conflictos bélicos que había en donde vivían y llegaron a este lugar que es un paraíso natural, como intento plasmar en la portada. Llegaron hasta ese lugar sin saber cómo, parecía que habían llegado allí animados por alguna fuerza extraña. Ellos deciden asentar ahí su vida, su futuro y formar ahí su pueblo”, relata el autor.
"Valorar y disfrutar cada momento"
Iglesín, un lugar sin igual cuenta con un personaje central que hace de narrador en la trama y que se presenta en el libro como Gontzal, un periodista nacido en Viruta, un municipio de la provincia de Cantarelu que desarrolla buena parte de su carrera en el diario Mecachisenlamar que le encarga investigar sobre tan particular enclave centenario del que tras conocerlo, ya no quiso marcharse. “Aprendí a valorar y disfrutar de cada momento del día de una manera sencilla y natural, al igual que pertenecen y pertenecieron a este lugar. Es el único modo de vida que siempre ha existido en este pueblo, aquí nunca se han conocido esas preocupaciones y ambiciones que rondan en la cabeza sin saber controlarlas y que en muchas ocasiones pueden incluso acabar en trastornos mentales”, cuenta Gontzal al explicar su decisión de vivir en esta localidad que puede visualizarse en el libro a gracias a las ilustraciones que ha realizado el también muskiztarra Asier Casas, muy conocido en el municipio por ser el autor de varios murales públicos que llaman la atención del paseante en San Julián, Pobeña o Santelices, entre otros lugares.
Él ha sido el encargado de dibujar las 23 escenas que mejor representan el espíritu de la obra de Luisfer Casero. “Ha sido una colaboración estupenda. Yo le planteé la historia y el me devolvió unas magníficas ilustraciones que apoyan el discurso de mi obra”, apunta el escritor que a pesar de no desvelar el porqué del nombre del pueblo, que no tiene iglesia hasta la página 55.