Dicen que el saber no ocupa lugar. Y habría que añadir que tampoco tiene edad. Así lo demuestran a diario las 450 personas que acuden a las Aulas de la Experiencia de Bizkaia, el centro de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) que ofrece a la población mayor de 55 años desligada del mercado laboral, ya sea por jubilación o porque nunca ha llegado a incorporarse al mismo, la oportunidad de ampliar sus conocimientos. Simplemente por el placer de aprender.

Este proyecto acaba de cumplir sus bodas de plata. 25 años de éxito, como lo acredita una demanda de plazas que supera con mucho la capacidad del centro. “De las más de 200 personas que se han preinscrito para el primer curso, solo tenemos espacio para un tercio de ellas”, apunta la directora, Idoia Igartua.

“Se trata de compensar una deuda con la generación que no pudo estudiar en su juventud”

IDOIA IGARTUA - Directora de las Aulas de la Experiencia

El número 2 de la calle Banco de España, donde en los agitados años 80 se ubicaba el Gaztetxe del Casco Viejo, alberga estas aulas a las que ahora acuden cada día a estudiar algunos de los que, por entonces, frecuentaban el lugar atraídos por los conciertos. Uno de ellos es Mario Liendo, que acaba de empezar Primero de Ciencias Humanas, el título universitario específico que se ofrece para este tipo de alumnado. Para acceder a estos estudios no hay ningún requisito académico previo. “Se trata de compensar la deuda que tenemos como sociedad con aquellas generaciones que en su juventud no tuvieron la oportunidad de estudiar”, apostilla la directora del centro. No es el caso de Liendo. Este barakaldarra ha dedicado buena parte de sus 64 años a trabajar como ingeniero en IDOM, donde ha ayudado a levantar el nuevo San Mamés. Una vez jubilado, ve esta titulación como “un complemento natural” a una formación estrictamente técnica: “Siempre pensé que se me quedaba corta”. Así, ahora está entusiasmado con la asignatura de Literatura. “De lo poco que he visto por ahora, es la que más me gusta”, añade.

De izquierda a derecha, Mujika, Palacios, Liendo y Lobato. Borja Guerrero

El título universitario de Ciencias Humanas consta de cuatro cursos académicos. Mari Carmen Palacios está ahora en Tercero. Empezó la carrera de Químicas, pero no la acabó. Ha sido durante 44 años funcionaria de la Seguridad Social. Nada más jubilarse, se inscribió en las Aulas de la Experiencia. Como le ocurrió a María, a la primera no hubo suerte, pero en el segundo intento resultó admitida. Y se lo toma muy en serio. En esta titulación no hay exámenes, basta con acreditar la asistencia a un 80% de las clases para aprobar. Para subir nota, se pueden presentar trabajos. “Suelo hacerlo, no en todas las asignaturas, pero sí en la mayoría. No lo hago por la nota, es que con los trabajos se aprende un poco más”, dice esta vecina de Santurtzi de 68 años.

“Estuve un año jubilada sin hacer nada y se me hizo duro. Quiero que mi cabeza siga aprendiendo”

ITZIAR MUJIKA - Alumna de 3º B

En cambio, Carmen Lobato, compañera de Palacios en 3º B, prefiere invertir el tiempo “leyendo los libros de la materia que vienen en la bibliografía. En estos momentos estoy con uno sobre cambio climático que está fenomenal”. Ya antes de concluir su andadura laboral en Comisiones Obreras, esta zornotzarra de 65 años tenía muy claro que iba a acabar en este proyecto: “Lo conocía por compañeros que han pasado por aquí antes. Siempre he querido estudiar Arte e Historia y fue la oportunidad”. Eso sí, saca su vena sindicalista al recordar que este centro no es ajeno a las problemáticas sociales: “Hemos organizado movilizaciones contra la guerra en Gaza o en apoyo a las huelgas convocadas por compañeros universitarios”.

También en 3º B se encuentra Itziar Mujika (Bilbao, 64 años), quien tras desarrollar toda su carrera como profesora de Primaria, necesitaba actividad: “Estuve un año jubilada sin hacer nada y se me hizo muy duro. Quiero que mi cabeza siga aprendiendo”.

Los cuatro confiesan estar encantados con la labor del profesorado, formado por personal en activo de la UPV. El sentimiento es mutuo. “Algunos profesores han manifestado que les ha devuelto la ilusión por la enseñanza”, revela la directora. “Pueden tener en clase una persona que sepa más del tema que él y por ello, las clases son más un diálogo”, explica. Y es que, aquí más que en cualquier otro sitio, la experiencia es un grado.