“A veces no es cuestión de dar ánimos o consejos, sino de ofrecer apoyo, un momento de bienestar, escucha o comprensión”, explica al entorno de las personas con depresión Begoña Rueda, decana del Colegio Oficial de Psicología de Bizkaia.
Se asocia la depresión con tristeza, apatía, cansancio... ¿Qué otros síntomas sufren quienes la padecen?
Hay distintos grados, desde un episodio depresivo más corto en el tiempo y con una sintomatología más leve hasta una depresión más severa que requiere un tratamiento permanente o de larga evolución. Hay sintomatología cognitiva, emocional, conductual, suele haber una presencia de un ánimo más bajo, tristeza, mayor aislamiento social, puede haber cansancio, enlentecimiento cognitivo a la hora de hacer tareas, sensación de pérdida de energía, insomnio...
¿Se manifiesta de distinta forma en los hombres, con más irritabilidad?
La depresión tiene mayor prevalencia en las mujeres, en las que puede tener un componente más vinculado a aspectos emocionales o a la tristeza con más presencia de llanto. En los hombres, por factores culturales que a veces no permiten esa expresión de esas emociones, puede tener otras manifestaciones más conductuales.
Se dice: “Estoy depre”. ¿Cómo diferenciar los sentimientos propios de una mala racha de la depresión?
A veces se utiliza de manera coloquial lo de “Estoy depre” para decir estoy triste, pero tener una depresión es algo más, tiene que haber una intensidad en la sintomatología, un tiempo de duración superior a seis meses y una afectación en diferentes ámbitos de la vida. Es importante consultarlo para descartar, pero tampoco hay que patologizar la tristeza natural ante situaciones como la muerte de un ser querido, la pérdida de empleo o una preocupación natural.
Una separación, las malas notas... ¿Siempre hay un detonante?
Normalmente es un elemento multicausal. Hay un correlato biológico que puede estar presente, factores de personalidad y estímulos externos estresores o situaciones que pueden ser susceptibles de provocar, sobre todo si son mantenidos en el tiempo, un efecto sobre la salud mental. La red de apoyo social, sanitaria o elementos de la comunidad pueden contribuir a que, a pesar de esos factores, la persona no tenga depresión.
¿El principal miedo de quienes la padecen es no poder superarla?
“Hay que facilitar el acceso al abordaje psicológico y la presencia de profesionales en los centros de salud mental e incluso de atención primaria”
La preocupación de cualquier persona que tiene un problema de salud es estar mejor, dejar de sufrir. La persona puede tener una visión negativa de sí misma, del mundo y del futuro. Ese es un sesgo cognitivo que hay que trabajar en terapia, pero también es importante que los que estamos alrededor estemos atentos por si se puede prestar ayuda. Cuanto antes se intervenga desde un punto de vista profesional, mejor será el pronóstico.
¿Con psicofármacos y terapia todas se curan o se pueden cronificar?
Un problema de salud que se ha abordado tarde o que perdura en el tiempo sin ningún alivio y sin ninguna terapia se puede cronificar. El tratamiento farmacológico es necesario en muchísimos cuadros depresivos y normalmente su combinación con psicoterapia o intervención psicológica es la terapia más eficaz. Por eso es importante facilitar el acceso al abordaje psicológico y la presencia de profesionales en los centros de salud mental e incluso en los centros de atención primaria, que es lo que estamos defendiendo desde el Colegio de Psicología.
¿Qué puede hacer la persona afectada para mejorar su situación?
Actividad física, no dejar de hacer aquellas cosas para las que se ve capaz y que contribuyen a su bienestar psicológico, buscar la compañía de los demás, la comprensión, compartir espacio... Socializar es el mejor antídoto contra el aislamiento. Para prevenir la depresión debe haber una intervención multidimensional. No podemos dejar que sea solo un problema solucionado en la consulta. Que hagamos una sociedad de cuidados a las personas, que se miren las situaciones estresantes, que se cuide el bullying y el entorno educativo sea amigable, que los adolescentes tengan opciones de ocio y no estén enganchados a las redes, que no haya un problema de soledad, todo eso requiere de una intervención comunitaria y van a ser factores protectores frente a la depresión.
No se suele hablar del impacto que la depresión tiene en las familias.
“No hay que patologizar la tristeza natural ante la muerte de un ser querido o la pérdida de empleo”
La depresión tiene un coste sobre todo personal, familiar y social, pero también económico para las empresas y la administración. Si hablamos de una sociedad que cuida, el entorno laboral es un contexto que puede hacer mucho para prevenir y para abordar la depresión, por ejemplo, cuidar las condiciones laborales, las jornadas, las cargas de trabajo o la presión y ofrecer servicios de salud laboral que no solo tomen nota o supervisen el absentismo, sino que a la vez ofrezcan abordaje y tratamiento.
Cada vez más famosos, tal y como ha hecho el piloto Lewis Hamilton recientemente, comparten que han sufrido depresión. Aun así, ¿sigue persistiendo el estigma?
La salud mental parece que es de personas frágiles, débiles, se les tiende a echar la culpa: “No pone de su parte”, mientras que cuando alguien se rompe una pierna nadie le culpa. Es importante seguir sensibilizando sobre la importancia de los problemas de salud mental para entenderlos y que no creen rechazo. Aunque la depresión no es de los que tienen más estigma, en esta sociedad del bienestar y de la felicidad que se está vendiendo en los anuncios, la tristeza parece que no es una emoción que cotiza en bolsa y hay que aceptarla, reconocerla y saberla abordar.