La que habita hasta el próximo día 24 en la sala de exposiciones de Romo Kultur Etxea es una experiencia de múltiples sentidos y sentimientos. Bizkaiko musikari tradizionalak se ve, se lee y hasta suena. Pivota en torno a cinco instrumentos esenciales de la música popular: el txistu, el soñu-txiki o trikitixa, el pandero, la alboka y la dulzaina y en torno a tres intérpretes representativos de cada uno de ellos. Por eso, hay paneles y fotos que explican quiénes fueron estas quince figuras; por eso, hay varios instrumentos luciendo allí; y por eso, hay auriculares para escuchar y adentrarse en su música. Este es el resultado de un impulso del corazón despertado en Itxartu Dan-tza Taldea. La necesidad de difundir este pedazo de la cultura vizcaina irrumpió y no cesó en esta agrupación getxoztarra. Y así, Xabier Fernández de Labastida, Asier Bilbao y Aitzol Aretxabaleta dieron vida a esta exposición.

Es tremendamente emocionante para Itxartu esta primera aventura de tal índole. También lo es para todas las personas que adoran esta música, a la que ahora se alumbra como pocas veces antes. Y no es menos especial esta exposición para los familiares de los protagonistas de esta muestra; muchos de ellos asistieron al acto de inauguración y allí se juntaron los recuerdos, los abrazos y el amor por estas raíces melódicas. Los nombres propios de este proyecto, tras una ardua labor de selección, son: Rufino Arrola (1909-1996), Fasio, Bonifazio Arandia (1909-1987) y Balbino Ojanguren (1907-1975), como trikitilaris. Txilibrin, Silvestre Elezkano (1912-2003), J. Mariano Barrenetxea (1937-2006) y León Bilbao (1916-1990), en el apartado dedicado a la alboka. Felisa Arribalzaga (1922-2015), Romualda Zuloaga (1913-1971) y Maurizia Aldeiturriaga (1904-1988), dentro del pandero. Patxi Bilbao (1902-1992), Juan Ayesta (1893-1988) y Juan Bilbao (1905-1991), en la sección de la dulzaina. Y Txelu, José Luis Etxebarria (1925-2015), Boni, Bonifacio Fernández (1924-2009), y Alejandro Aldekoa (1920-1996), como txistularis. “Queremos dar las gracias a todos los que nos han cogido el teléfono, a todos los que nos han ayudado a hacer esta exposición. Los familiares podían haber dicho: Pero, ¿qué me estáis contando? Y no fue así. Han dejado a unos desconocidos material muy querido para ellos”, admitió Xabier Fernández de Labastida. “La respuesta ha sido increíble y muy motivante”, confirmó Aitzol Aretxabaleta. “Ha sido una gozada trabajar en esto”, añadió, asimismo, Asier Bilbao.

El Ayuntamiento de Getxo se enamoró de esta iniciativa. Este periódico también, y por eso es uno de los colaboradores. “Itxartu nos sedujo y aceptamos participar en este proyecto tan entrañable y que nos enseña quiénes hemos sido y de dónde venimos”, destacó la concejala de Cultura, Irantzu Uriarte. “Los niños y niñas aprenden en la escuela quién es Mozart, pero no saben quiénes son Maurizia Aldeiturriaga o León Bilbao, de ahí que sea tan importante esta exposición de Itxartu”, aseveró el director del Aula de Cultura getxoztarra, Xabi Paya, quien deseó que Bizkaiko musikari tradizionalak emprendiera un largo recorrido tras su parada inicial en Romo. “Este material es patrimonio cultural y nuestro objetivo es que este conocimiento se transmita en Bizkaia”, subrayó Aitzol Aretxabaleta.

La exposición detalla datos como que la triki llegó a ser llamada infernuko hauspoa (el fuelle del infierno) o txerren hauspoa (el fuelle del diablo), que una de las primeras referencias de la alboka data de 1443 en Mondragón, que el pandero es conocido en algunos lugares del extranjero como tambour de basque; que a principios del siglo XX se cobraba una perra chica por una actuación en una romería como dulzainero, o que el txistu tiene un primo hermano en Huelva y Sevilla, donde es conocido como pito rociero.