La asociación animalista Haiekin ha presentado dos denuncias ante la Diputación foral de Bizkaia y el Gobierno vasco por el "cruel maltrato" al que fueron sometidos los animales en dos carreras de burros celebradas en el barrio de Sollano en la localidad vizcaina de Zalla.
En sus denuncias ante la Diputación y el departamento de Juego y Espectáculos del Gobierno vasco, que acompañada de dos vídeos y varias fotografías, Haiekin recuerda que con la entrada en vigor de la Ley de protección de los animales del País Vasco, están prohibidos los espectáculos y actividades recreativas de carácter itinerante que incluyan la presencia de animales.
Además, también prohíbe los espectáculos con animales que no posean sus propios reglamentos de desarrollo y estas carreras no lo tienen.
Según esta asociación, los burros no son proclives a correr, ya que como mucho trotan, pero no galopan, por lo que, de forma general, en las llamadas carreras de burros se abusa de su condición física, forzando a estos animales a ejecutar acciones y comportamientos que contravienen su etología.
En la primera carrera denunciada se puede observar cómo los burros son golpeados para que corran, llevando uno de ellos y un caballo sus colas atadas a las riendas de otro burro.
Destaca que la cola de los equinos tiene terminaciones nerviosas y desempeña funciones esenciales tanto en su comunicación como en su bienestar, pero además es parte de su columna vertebral, que como sucede con los humanos, cumple con la función de proteger el sistema nervioso central.
Golpes, empujones, gritos...
En la segunda carrera, que se realizó el mismo día, varias personas, "en una demostración de brutalidad que incluye golpes, empujones y gritos, obligan a los burros a competir caminando hacia atrás", lo que, a juicio de los denunciantes, ha podido provocar lesiones en los animales, además de "auténtico terror al sentirse zarandeados por una jauría de cavernícolas".
Haiekin lamenta que se eduque a los niños en actos "tan detestables", en los que la diversión pasa "por someter, golpear y forzar a seres tan indefensos y nobles como son los burros, y donde una expresión grotesca del abuso, la humillación y el maltrato a estos animales se convierte en celebración colectiva.