Ignacia Miranda “nunca ha sido de pedir”. De hecho, el 31 de julio cumplió 110 años y decía que no hacía falta que le regalaran nada, que le bastaba con tener a los suyos cerca. Y vaya si los tuvo. Al lado de esta burgalesa afincada en Bilbao estuvieron en la residencia de Santutxu, donde reside, para cantarle Zorionak zuri y comer con ella nada más y nada menos que una treintena de familiares, entre ellos, sus tres hijos, nueve nietos y catorce biznietos.
Durante la celebración le obsequiaron con una postal y sendos ramos de flores de parte de la residencia y de la propia familia, que le regaló también la ropa con la que asistió a su fiesta de cumpleaños. Ignacia, a la que el Ayuntamiento de Bilbao le rindió homenaje el pasado martes en el mismo centro, disfrutó de lo lindo. “Con vernos a todos juntos ella es feliz, está alegre y contenta”, aseguraba Iban Cossío, su nieto, quien firma por llegar a la edad de su abuela “pero igual de bien que ha llegado ella”.
"Ignacia, ¡te hemos visto en la tele!"
Después del banquete, Ignacia reparó en cómo su fiesta había quebrantado, para bien, el silencio habitual de sus sobremesas. "Nos ha dicho: Con lo tranquilas que solemos estar después de comer en los sofás, qué barullo hay aquí", contaba Iban, quien explicaba que su abuela "se pierde un poco por el tema de la audición" cuando hay mucha gente y se cruzan las conversaciones.
Tras acompañarla en el jardín hasta las seis y media de la tarde, Ignacia se reencontró con sus compañeras residentes en el salón de la residencia, donde alguna le puso al día de las últimas noticias: "Ignacia, ¡te hemos visto en la tele!".