Apostó por ser entrenador y dedicarse exclusivamente a ello para intentar llegar lo más arriba posible; ese sigue siendo su acometido. El abadiñarra Sergio Sequera ha decidido dar un nuevo paso en su trayectoria y la próxima temporada dirigirá a los cadetes del Valladolid. Fue a raíz de realizar un Máster de Metodología en la Universidad Europea de Madrid cuando surgió la posibilidad de fichar por el conjunto vallisoletano. Tras tres temporadas dirigiendo al cadete del Amorebieta y realizando funciones también de metodología para categorías inferiores del conjunto azul, el abadiñarra formará parte del staff técnico de la cantera de un Primera División. “Estoy con muchas ganas y muy ilusionado de poder seguir creciendo. Es duro dejar aquí a la familia, pero el que algo quiere algo le cuesta. Tengo el apoyo de los míos y quiero aprovechar esta oportunidad”, reconoce, ambicioso.
El primer entrenamiento con su nuevos jugadores llegará el próximo 12 de agosto. Antes deberá reunirse con el resto de preparadores para dibujar sus intenciones en el aspecto de la metodología; faceta que también desempeñará en la cantera blanquivioleta. El hecho de poder entrenar a jugadores de la cantera de un equipo de Primera División siempre es un aliciente y una gran responsabilidad. “Como es normal, uno siempre enfrenta la incertidumbre y esos miedos lógicos cuando das un salto y, además, sales de casa. Los que trabajamos en formación queremos que el jugador crezca y tenemos que poner el foco en ellos con la idea fundamental de que siga promocionando y pueda subir al primer equipo”, asegura contando los días para conocer a sus pupilos.
A la hora de definir su actitud en los banquillos, Sergio tiene claro que una de las claves para dirigirse a los más jóvenes es transmitir calma. En este sentido, se considera “un entrenador tranquilo, que intenta mantener la calma en los momentos complicados que pueden darse. Me gusta mucho tener el balón, la presión tras perdida y que mis equipos sean protagonistas con un juego divertido”, describe con pasión.
Jugador hasta los 28
Como muchos niños, Sergio disfrutó desde niño con el balón. Tras formarse en las categorías inferiores del Abadiño, en juveniles jugó en la Cultural de Durango e incluso Jon Aspiazu, míster del equipo de Tercera por entonces, le convocó varios partidos para jugar con los mayores. Terminada su etapa juvenil, regresó al Abadiño, donde colgó las botas con 22 años tras una operación de hombro. Poco después, decidió volver y disfrutó del fútbol sala con el Sasikoa logrando ascensos y llegando a la potente Nacional A. Cuando su mujer Nekane se quedó embarazada decidió retirarse con 28.
El gusano del banquillo le empezó a picar poco cuando surgió la posibilidad de formar parte del proyecto Dena del Athletic para entrenar a jóvenes canteranos. Muy a su pesar, tuvo que aparcar su faceta de entrenador porque comenzó a trabajar en una empresa durangarra.
El punto de inflexión llegó cuando ocho años después, animado por su mujer, decidió formarse e intentar dedicarse en exclusiva a conseguir su sueño. “La verdad que quise ir a por ello convencido de que era realmente lo que quería hacer. En menos de dos años me saqué todos los títulos y empecé con el máster en Madrid. Fue entonces cuando me surgió la posibilidad de trabajar para River Plate como enlace de jugadores y realicé funciones de analista para varios equipos. Después cogí el cadete del Amorebieta y todo comenzó a tener sentido. He estado tres años maravillosos en la cantera zornotzarra; me considero un azul de corazón. Ahora me ha surgido esta oportunidad de entrenar a los cadetes del Valladolid y quiero aprovecharla al 100%”, explicó ilusionado el abadiñarra.
Fue el pasado mes de febrero cuando comenzó a cocinarse la posibilidad de entrenar en la cantera del Valladolid. Las buenas referencias que tenían de Sergio propiciaron una reunión donde conocieron al abadiñarra, que pudo presentar sus intensiones para la metodología vallisoletana. “Insistieron en que querían meter la intensidad que existe aquí y el gen siempre competitivo del jugador vasco. Les gustó lo que vieron y me dijeron que empujase desde Amorebieta para el que el Valladolid subiera a Primera División. Mi incorporación dependía del ascenso del equipo y afortunadamente se ha dado”, puntualiza satisfecho el técnico abadiñarra.
Echando la vista atrás, a la hora de quedarse con un entrenador, Sergio ensalzó con cariño y agradecido su experiencia vivida con el durangarra Iñaki Alonso. “Le tuve en cadetes, cogí todo lo bueno y me marcó mucho para bien. Iñaki Alonso es un entrenador intenso en el banquillo, pero siempre con el feedback positivo. Creo que una de las claves más importantes para enseñar a los jóvenes es hacerlo en todo momento desde el cariño y la calma”, defiende con criterio.
De cara al próximo curso, Sergio vivirá en Roda, localidad próxima a Valladolid, donde reside su suegra. De momento, las vacaciones de verano de este año las pasará allí junto a sus hijos y mujer. “La adaptación al principio será más sencilla con ellos cerca en todo momento. La verdad que alejarse de la familia es lo que más me ha hecho dudar. Dejar a mi mujer con los dos críos me inquieta, pero Nekane que me ha empujado y animado a tomar esta decisión y le estoy muy agradecido por ello”, explica emocionado.
Disfrutar con “pasión”
Muy ilusionado y con ganas de seguir progresando en este mundo, Sergio partirá en breve a tierras vallisoletanas y lo hará en esta primera fase con su familia. El objetivo a partir de ahora lo tiene muy claro. “Me gustaría llegar a entrenar lo más arriba posible quemando todas las etapas; no tengo ningún tipo de prisa. Sé que se puede disfrutar del fútbol también en categorías como la Primera RFEF o Tercera División mientras sigas trabajando con pasión y ganas”, zanja, motivado.