Para las muchísimas personas a las que les duele que el gasolino haya dejado de cruzar la ría entre Erandio y Barakaldo –su último viaje fue el pasado febrero– ayer fue otro día de emoción compungida, ya que los botes, que seguían en el embarcadero de Altzaga, abandonaron la que ha sido su casa durante tantas y tantas décadas. Pero hay luz en este adiós. Puede ser un hasta luego: tres personas han comprado las embarcaciones a título particular para darles una nueva vida. Por eso, fueron trasladadas a la zona de Olabeaga, en Bilbao, donde están siendo reparadas.

Según indica la asociación Erandioko Auzokideok, “un carpintero de ribera y dos capitanes de la marina mercante, con estrecha relación con el gasolino, y la sensibilidad y el compromiso necesarios, adquieren estas embarcaciones con la intención de llevar a cabo un proyecto de mantenimiento con vistas a que en un futuro puedan desarrollar actividad en la ría”. La empresa responsable de este medio de transporte no pudo hacer frente a los gastos económicos, que se acumulaban en los últimos años, y se vio obligada a dejar de prestar el servicio. “Paradójico que el triste hecho de que ya no estén en Erandio sea la mejor noticia posible al tratarse de la única vía de salvación para estas históricas embarcaciones que estaban condenadas al hundimiento”, aseguraba el grupo de Facebook en apoyo al gasolino.