Todavía se siguen anudando en su honor el pañuelo en la comida de hermandad de los amigos de Güeñes. Repitieron ese mismo gesto con él en el homenaje que le rindieron en 2010. Ese pañuelo blanco se ha teñido de luto por el fallecimiento a los 94 años de Antonio Ferraz, el ciclista del municipio que ganó dos veces consecutivas el campeonato estatal en ruta, en 1956 y 1957, y compitió al más alto nivel, también en el Tour de Francia, la Vuelta a España y el Mundial.
Nunca presumió de sus logros deportivos, destacan aficionados al ciclismo de su Güeñes natal, Galdames –donde ayer lunes se ofició su funeral– y Sopuerta, otra localidad que ha aportado nombres al pelotón internacional como Francisco Cepeda, el primer corredor en fallecer a consecuencia de una caída en la ronda francesa, en 1935.
Nacido el 28 de junio de 1929, “como casi todos los compañeros de su época procedía de una familia modesta”, destaca Juan Osés en la biografía que le dedicó, titulada precisamente El ciclista del pañuelo. El estallido de la Guerra Civil siete años más tarde marcó su infancia.

Al principio, la bicicleta se convirtió en su medio de transporte para desplazarse al trabajo o con los amigos, que le animaron a probar suerte más en serio. Sus padres y sus hermanos “le ayudaron todo lo que pudieron, poniendo en ello el alma, la vida y, sin duda, su mejor voluntad”. Su tío Alfredo Llanos, “un notable corredor de los tiempos de Ezquerra, fue su preparador y su asesor técnico”.
En agosto de 1948 obtuvo un segundo puesto en su primera carrera, disputada en Güeñes. Terminó en el podium las siguientes por territorio vizcaino. Llegado el momento, tuvo que decidir entre su empleo en la Papelera de Aranguren y dedicarse al ciclismo. En 1956 se adjudicó el campeonato estatal en ruta batiendo a las principales figuras de la época y también la competición por regiones.
En el Tour de Francia
Un año más tarde se hizo con su segundo campeonato estatal y cumplió su sueño de participar en el Tour de Francia, “el primero de la era Anquetil y uno de los más duros de la historia. No en vano, sufrió un accidente que se saldó con 18 puntos. Con todo, logró un segundo puesto en el Tourmalet. Además, participó en el mundial y ganó una etapa en la Vuelta Ciclista a España.
“Su gran tenacidad y su capacidad como rodador eran sus grandes características, pero también se desenvolvía bien en cualquier terreno, resultando eficaz en la media montaña y útil como auxiliar de los grandes en la alta”, según describe el autor. En las salidas y las metas la afición ya le identificaba por su pañuelo blanco. Tras su retirada, Enkarterri ha seguido profesando gran admiración al campeón, quien recibió, asimismo, uno de los DEIA Hemendik Sariak en 2013 entregados en la localidad de Galdames.