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La llegada masiva de inmigrantes obliga a Bilbao a replantear sus recursos de calle

El Consistorio y los agentes avisan de que las herramientas históricas contra el sinhogarismo se han quedado obsoletas. La crisis de la vivienda está creando un cuello de botella en los recursos sociales

La llegada masiva de inmigrantes obliga a Bilbao a replantear sus recursos de calleBORJA GUERRERO

Se convierten en noticia, de forma involuntaria, cuando el frío apremia tanto que la empatía es imperativa: ¿Qué será de las personas sin hogar? Sin embargo, su situación es límite los 365 días del año, no solo cuando el mercurio desciende. El último pleno del Ayuntamiento de Bilbao reveló que el número de personas en situación de calle se ha duplicado en los últimos años. Y ha sido así porque muchos de los inmigrantes que llegan a la ciudad, tanto jóvenes como familias, lo hacen en una situación de extrema exclusión. El perfil de las personas que no tienen un techo bajo el que cobijarse ha cambiado sustancialmente y, con ello, también sus necesidades. “Es muy difícil dar respuesta a estas personas desde las herramientas históricas que teníamos del sinhogarismo”, reconoce Juan Ibarretxe, concejal de Acción Social.

Con el fin de dilucidar cuáles son los retos para abordar esta situación, DEIA reúne a dos ediles bilbainos y a cinco representantes de entidades sociales para que cuenten cómo lo viven desde la primera línea. Antes de nada, cabe esclarecer lo siguiente: ¿por qué llegan a Bilbao? “Cuando una persona migra, se fija en que en el destino al que llega tenga alguien que le pueda apoyar”, explica Ainhoa Abendaño, de la Fundación Social Ignacio Ellacuría. De hecho, Ibarretxe afirma que a menudo cuentan con una “red informal” de allegados que les ayudan: “Nos dicen: Queremos una plaza de alojamiento, pero no estamos en la calle, sino dentro de una vivienda con mucha gente”. En todo caso, coinciden en que llegan a la capital vizcaina, tras asociarla a la “oportunidad” de prosperar.

Recursos limitados

“Los caminos migratorios son inescrutables, es muy difícil prever los movimientos y flujos”, asegura, por su parte, Ignacio Fariña, coordinador de intervención social de Peñascal Kooperatiba, quien expone que, debido a esa red, “hay comarcas concretas de Marruecos en las que todos sus habitantes se dirigen a un sitio y los de la comarca de al lado, a otro”. Los flujos migratorios no son una cuestión de azar. Kontxi Claver, concejala de Igualdad, Convivencia, Cooperación e Inmigración, indica que a finales del año pasado recibieron una llamada de Murcia exponiendo que tenían a 60 personas, llegadas previamente a Canarias, alojadas en dos hoteles. “Parece que todos ellos querían venir a Bilbao”, apunta. “A veces nos llaman y tenemos que explicar que no hay recursos. No podemos crear falsas expectativas”, añade al respecto Abendaño.

El Ayuntamiento de Bilbao y los agentes sectoriales están en contacto constante. | FOTO: BORJA GUERRERO

Las motivaciones con las que recalan los inmigrantes, además, van variando. Joseba Alzola, coordinador de Itaka Escolapios, explica que fue en 2008 cuando comenzaron a recibir a jóvenes extranjeros. “Querían adquirir una formación para luego volver a su país e intentar encontrar un oficio. Ahora su futuro pasa por quedarse en Bilbao, por las dificultades que tienen en sus países de origen, sobre todo la comunidad magrebí”, expone Alzola. Y no es solo que no quieran regresar, sino que Bilbao ha dejado de ser una ciudad de tránsito como antaño. Sin embargo, ello no está relacionado con que ahora sea más fácil asentarse. De ello pueden dar cuenta las familias con hijos a su cargo.

Están teniendo acceso a trabajo, pero el tema de la vivienda es muy grave. Nadie les alquila ni teniendo nómina. Y si cobran la RGI, ni pensar”, exterioriza Ainhoa Abendaño, quien explica que “hay chavales magrebíes que se cambian de nombre porque saben que llamándose Mohamed no van a tener la oportunidad de ver ningún piso”. Para favorecer este proceso, Alzola indica que, a menudo, en Itaka Escolapios hacen de “avalistas, sin poner dinero, para que el arrendador sepa que esas personas entran en la vivienda tras haber hecho un proceso”.

Todos acuerdan que la crisis de la vivienda afecta a la sociedad de forma general y de forma particular a estos colectivos. “Hay familias con dinero suficiente como para pagar la fianza y hacer frente al alquiler, pero siguen estando en los recursos porque no hay forma de que salgan, aunque estén por la labor”, confirma Karmele Artaraz, directora de la cooperativa Gaztaroa Sartu, quien indica que eso provoca un cuello de botella en los recursos de las entidades. “Sobreatiendes a personas que no tienen esa necesidad porque no tienen a dónde ir a vivir”, concede Pablo Ruiz, coordinador de intervención de Bizitegi. “Nos preocupa que se alarguen los procesos de estancia, porque hay personas que necesitan el recurso tal y como está diseñado”, reconoce Ibarretxe.

Concepto histórico de calle

Otra de las circunstancias que está provocando la llegada masiva de inmigrantes en situación crítica es la siguiente. “Estamos dejando de lado a las personas del concepto histórico de calle. En la estrategia contra la exclusión se vuelven a quedar excluidos”, apunta el concejal de Acción Social. “Tienes que hacer discriminación positiva contra los muy débiles para poder atender a los extremadamente débiles”, corrobora el coordinador de intervención de Bizitegi. Además, Juan Ibarretxe revela otra realidad. Y es que aquellas personas en situación de calle que hasta ahora copaban los albergues “no quieren compartir con esos perfiles y se quedan sin ese recurso ad hoc: Prefiero estar en la calle que compartir recurso con la mezcla que estáis haciendo, dicen”. Por ello, el edil afirma que “uno de los retos del plan nuevo es empezar a dar respuestas estructurales. Ahora estamos dando respuestas de urgencia porque viene tanta gente que dices: si al menos pueden dormir...”.

Así, el concejal de Acción Social insta a distinguir dos conceptos dentro de esta problemática: “Estamos intentando diferenciar a las personas en situación de exclusión residencial con respecto al sinhogarismo”. En ese sentido, apunta que las personas inmigrantes requieren “otro proceso mucho más integral de acogida y, además de demandarlo, cumplen con las exigencias”. Ahí es donde entran los recursos de alfabetización, formación, integración... Desde las entidades inciden en que lo importante es que tengan oportunidades. “Hay un montón de chavales que vienen con muchas posibilidades, pero como solo tienen los recursos para personas sin hogar, es en lo que se acaban convirtiendo”, advierte Pablo Ruiz.

En Itaka Escolapios, por ejemplo, actualmente cuentan con 237 alumnos aprendiendo castellano, entre los que 50 están en situación de calle y 40 de ellos tienen más de 25 años. “Hay que pensar que están en un proceso, que ahora mismo están recibiendo, pero luego su idea es devolver todo lo que se les ha dado. Es algo que tienen muy integrado”, afirma Joseba Alzola. A pesar de ello, desde las entidades confirman que no son pocos los muros de prejuicios que han de derribar. “Antes nos decían: No me envíes a un chico extranjero. Y fruto de la necesidad de incorporar a gente joven, por el relevo generacional, ahora se ve con una normalidad pasmosa”, revela Ignacio Fariña.

“Por muy cruenta que sea la situación de calle, lo importante es destacar que las personas se esfuerzan y hacen un proceso exitoso, y que son un ejemplo para el propio colectivo”, asevera la concejala Kontxi Claver, quien apunta que, a menudo, es la comunidad la que sostiene al individuo. “Hay que cambiar la visión de la ciudadanía con respecto a las personas y la situación que están viviendo. Y también a los recursos que se destinan”, expone la directora de Gaztaroa Sartu. En ese sentido, destacan que una herramienta infalible son las familias de acogida. “Es un aprendizaje mutuo, al de años nos dicen cuánto lo valoran y cuánto aprendieron de sí mismos”, afirma Ainhoa Abendaño, quien asevera que “conocer” es indispensable para promover la sensibilización y la transformación de la sociedad. “Cuando explicas cómo es el sistema legislativo de la Ley de Extranjería, la gente se da cuenta de que no hay por dónde cogerlo”, concluye la trabajadora de la Fundación Social Ignacio Ellacuría.