Alumnado de Somorrostro testa con éxito una pequeña desaladora para SenegalE. ZUNZUNEGI
Al alumnado de segundo curso del grado superior de Energías Renovables del Centro Formación Somorrostro solo le faltó gritar ¡eureka! tras comprobar que el prototipo de desalinizadora basada en el aprovechamiento del viento y el sol y realizado con diversos materiales de reciclaje era capaz de transformar una parte del agua salada del mar en apta para el regadío.
Un trabajo de fin de grado en el que han tomado parte quince chicos y una chica que fue testado con éxito este pasado viernes en la pequeña cala existente a los pies de la ermita del Socorro en Pobeña. Ahora se convierte en una oportunidad para la comunidad rural de Gandiol (Senegal) con la que el centro muskiztarra mantiene una estrecha relación a través de la ONG Hahatay. Comenzó hace varios años, junto al proyecto del centro cultural Aminata, en honor a Nerea Pérez-Arróspide, arquitecta de Getxo, que lo diseñó e impulsó antes de fallecer en accidente de tráfico en Senegal, en 2015. La colaboración surgió a través de esta agrupación fundada, en 2012, por el senegalés Mamadou Dia que vivió varios años en Euskadi antes de retornar a Senegal.
Roberto Miguel Gamarra, colaborador de Hahatay, fue quien a finales del pasado curso, explicó en el centro diocesano el problema que tenían en Gandiol, con la desalinización del agua. Para solucionarlo “necesitaban algo sencillo y mecánico, sin demasiada infraestructura ni dependencia eléctrica o electrónica y que pudiesen manejar ellos allí”, recuerda Roberto, que acudió a Pobeña a ver la puesta en marcha del ingenio escolar.
Un litro por minuto
“Es un prototipo capaz de extraer un litro por minuto de agua de un pozo o del mar, mediante una bomba alimentada por energía eólica que mueve un molino de viento y un tornillo de Arquímedes, calentarla con energía solar a través de un concentrador sifónico hasta cierta temperatura para generar vapor de agua y luego recoger el agua condensada en un recipiente para su uso como agua de riego”, resumía a pie de playa Samuel Calderón uno de los jóvenes participantes en este trabajo con tintes solidarios.
Reconoce que buena parte del mérito es de Iker Marrón “un máquina” en el Diseño de Fabricación Mecánica, quien a pesar de las limitaciones físicas que padece –una atrofia muscular que le genera parálisis en las extremidades– “ha efectuado todos los cálculos para el diseño; nosotros hemos sido la mano de obra”, señala jocoso Calderón. Junto con una parte del grupo se encargó del sistema de abastecimiento del circuito de desalinización mediante un tornillo de Arquímedes, un molino de viento –hecho con botes de plástico cortados a la mitad que hacen de palas riego.
El segundo equipo se encargaba de la segunda y tercera fase. “Nos preocupaba lograr la estanqueidad del serpentín por donde pasará el agua para ser calentada por el sol y generar la desalinización”. El tercer paso era la piscina de decantación donde se recoge el vapor de agua caliente desde el concentrador de calor y que por contraste con el frío se convierte en agua apta para el riego. “El prototipo se acompaña de los planos para construir las piezas empleadas para que puedan dimensionarlo a las necesidades”, destacaba Vanesa Moreno, una de las tutoras de este proyecto solidario. Junto a los otros proyectos ya realzados, será reconocido en junio por la Fundación Menchaca.
Solidaridad
Prototipo. Alumnado de segundo curso del grado superior de Energías Renovables en el Centro Formación Somorrostro ha construido y testado con éxito un prototipo para desalinizar agua salada para uso agrícola fabricado con materiales reciclados y basado en la utilización mecánica del viento y el sol.
ONG Hahatay. El trabajo de grado fue propuesto por la ONG Hahatay ante la falta de agua dulce que sufre la comunidad rural senegalesa de Gandiol.