La obra maestra de Jesús Antruejo
El getxotarra obtiene el tercer premio en el concurso de composición de la Academia de la Música Clásica de Viena l Profesor de musicoterapia en Santurtzi, es también director de cuatro coros: Itxartu, Pozalagua, Gaztelumendi y Lagun Beti
Sus pensamientos son muchas veces melodías: su cabeza habla para sí con notas en tantas y tantas ocasiones... Por eso, puede ir conduciendo, caminando por la calle o estar haciendo la compra y que le asalten, de repente, esos compases que quizás después sean pedacitos de una creación. Tárarara, tiririrí… Jesús Antruejo es compositor, entre otras facetas que le hacen moverse sin parar por el pentagrama. Vive de la música. “Vive para la música”, intercepta Iñaki, uno de los miembros del coro getxotarra Itxartu, uno de los cuatro que dirige Jesús, cuya profesión es ser profesor en la escuela de música de Santurtzi. Su mundo rítmico le ha llevado ahora a recibir el tercer premio del concurso internacional de composición de la Academia de la Música Clásica de Viena.
“Este galardón lo tienes para toda la vida”, sonríe el protagonista. Está feliz. “Es un subidón”, admite. Es su primer reconocimiento y encima “¡en la cuna de la música clásica!”, como él mismo subraya. Hasta allí, hasta la capital austriaca se desplazó el pasado fin de semana para recoger la distinción y ser parte de una ceremonia, para él, imborrable, claro. “Hubo un concierto en el que tocaron los ganadores de otra parte del concurso, destinado a intérpretes. Muy buenos todos ellos. Fue en un teatro no muy grande, de estilo clásico, en una sala muy bonita. Tocaron y luego se hizo la entrega de premios”, repasa Jesús. “Ha sido una experiencia impresionante. Ha sido un viaje relámpago porque he estado solo un día y medio, pero algo me ha dado tiempo a ver”, añade sobre su presencia en la bella, bellísima Viena. Una composición de obra de cámara, es decir, para un grupo reducido de instrumentos, es la que le ha alzado a esas cotas. Es una pieza para violín, viola, violonchelo, clarinete y piano. De unos cinco minutos que para él durarán para siempre.
Lo cierto es que de su mente salen y salen canciones. Sobre todo, a raíz del coronavirus que todo enmudeció. “Empecé a componer hace tiempo, y de eso que lo dejas en el cajón... Pero desde la pandemia, he hecho más. Ahora he rescatado algunos temas o algunas partes, al menos. Tengo bastantes cosas hechas para piano y para coro. Y alguna pieza más moderna. De hecho, en la última Semana Coral de Begoña, presenté nueve composiciones, entre ellas un blues y una bossa nova”, desvela. Es un torbellino creativo que también prueba suerte en otros certámenes: de Madrid, Salamanca, Italia y hasta Japón. Los sueños sinfónicos vuelan. “Cuando presentas, siempre tienes la esperanza. Y si no te llevas nada, como hasta ahora, tampoco pasa nada porque vas aprendiendo, te vas adaptando a lo que pide cada concurso…”, razona.
Más cerca, pero sin silencios, a tempos rápidos y enérgicos, Jesús ejerce, por un lado, como profesor en Santurtzi. Hace terapia con música. “No es fácil vivir de una vocación así, te tienes que mover mucho. A mí me aporta muchísimo y enseñar me da mucho. Hice el máster de musicoterapia y realmente mi trabajo es ese”, reconoce. “Ahora tengo a 16 niños con necesidades especiales en sesiones individuales. Es muy gratificante y la música es un tratamiento inocuo. Con eso nunca vas a hacer daño”, asegura. Pero este getxotarra también es director de coro, de cuatro, ni más ni menos: Itxartu Abesbatza de Getxo; la Coral Pozalagua Karrantza; Gaztelumendi Abesbatza, de Larrabetzu, y Lagun Beti, de Barakaldo. “Músico total”, bromea. Y ese papel, de batuta en mano, también le genera enorme satisfacción. En Itxartu, por ejemplo, ahora suenan unas cuarenta voces con las que disfruta al ver su implicación, su progresión…
El próximo año, Jesús cumplirá un cuarto de siglo como director. Desde antes, creció ya con el arte melódico. “Mi padre fue autodidacta, le gustaba mucho la música y nos lo inculcó a los once hermanos. Yo soy el único que ha tirado de lleno por este camino. Aunque algunos tienen conocimientos y estudios de música, pero yo soy el que seguí con ello”, comenta Jesús. Con 6 años ya tocaba el piano y unas décadas después, continúa escribiendo su trayectoria en clave de sol.
Temas
Más en Bizkaia
-
El barrio Jauregizahar de Amorebieta estrena una plaza renovada
-
Basauri prestó el año pasado atención socioeducativa y psicosocial a 602 personas
-
Zierbena renueva de forma integral el área de juegos infantiles y deportivas de Kardeo
-
Localizado en buen estado de salud el hombre de 65 años desaparecido en Lemoiz