La de las personas que viven en la calle, sin un techo bajo el que guarecerse, es una realidad cambiante. Y, por ello, el departamento de Empleo, Inclusión Social e Igualdad de la Diputación Foral de Bizkaia va adaptando sus estrategias y programas para intentar reducir ese fenómeno en el territorio. Actualmente, la institución foral dispone de más de 700 plazas de alojamiento para este colectivo, 400 en residencias y las restantes en forma de viviendas compartidas, individuales o albergues.

“Desde que asumí el departamento en 2015, mi obsesión ha sido siempre que había que resolver la situación de las personas sin hogar”, admitió ayer la diputada de Empleo, Inclusión Social e Igualdad, Teresa Laespada. “Me preocupa muchísimo que siga habiendo personas que viven en la calle en los países ricos”.

Según explicó en la comisión de ayer lunes, Bizkaia ha ido generando en los últimos años plazas de diferente tipología para poder dar respuesta a los distintos perfiles que presentan estas personas. “Vamos adaptando los servicios a la realidad, porque los perfiles no son fijos, cambian constantemente”, advirtió la diputada. Actualmente, el territorio dispone de más de 400 plazas en residencias, que se ofertan a través de entidades sociales y colaboradoras, y otras 300 adicionales de diferentes formatos: 99 en albergues, viviendas compartidas, en forma de acogida comunitaria y 30 en forma de vivienda individual en aplicación del modelo Housing First. Esta última apuesta, recordó Laespada, fue pionera en Bizkaia y se basa en ofrecer, antes que nada, una vivienda a las personas y, a partir de ahí, trabajar sus procesos de inserción social, “con muy buenos resultados”.

Otra línea en la que se trabaja es la prestación económica vinculada a procesos de inclusión –para personas que no tienen derecho a RGI o IMV–, en la a través de entidades del tercer sector se buscan viviendas disponibles para que sean ellas las que busquen un alojamiento que pueden sufragar con esa prestación.

Entre los últimos programas que se han puesto en marcha, destaca Cota Cero, para las personas sin hogar que no consiguen adaptarse a ninguno de los recursos que se ponen a su disposición. “Para nosotros era muy importante establecer un sistema de muy baja exigencia, con el mínimo de requisitos”, explicó. “Se trata de aplicar lo que en los años 90 se hizo con las personas drogodependientes para reducir los daños. A veces los procesos se quedan estancados pero esas personas tienen derecho a seguir siendo atendidas”. Así, se ofrecen 70 plazas, con un dispositivo específico para mujeres.

De hecho, muchos de los programas incorporan esa mirada de género. “Las mujeres son las que más vulnerabilidad tienen”, advirtió. Así, se han creado grupos de ayuda mutua entre mujeres que están en situación de exclusión social, “que dan muy buenos resultados”; el programa Haziak, con una gama amplia de servicios para mujeres que no se adaptan a alternativas residenciales; la pensión social Aukera Berriak, con nueve plazas en colaboración con la asociación T4, y Begira y Ekin, con 4 y 7 plazas, para víctimas de violencia machista.

Perfil

Cronificación. Un tercio de las personas sin hogar en Euskadi lleva más de cuatro años en la calle, el 85% mantiene alguna relación con su familia, casi la mitad tiene estudios medios o superiores, y un 20% realiza algún trabajo que le reporta ingresos económicos.

Salud. Un 45% tiene un problema de salud grave o crónica, el 20% no recibe tratamiento, los trastornos y enfermedades mentales afectan al 18% de ellos.