Una de cada cinco personas sin hogar que viven en Bizkaia son jóvenes de origen extranjero. La falta de recursos para los menores inmigrantes al cumplir los 18 años en otras comunidades, como Melilla, ha incrementado su llegada al territorio en los últimos años.

Así lo confirmó ayer lunes la diputada de Empleo, Cohesión Social e Igualdad, Teresa Laespada, según datos recogidos en la II Estrategia Vasca contra la Exclusión Residencial Grave. La responsable foral compareció ante las Juntas Generales, a petición de EH Bildu, para explicar cómo se va a aplicar en Bizkaia esta hoja de ruta para hacer frente a la falta de vivienda, que se ha disparado en los últimos años en Euskadi: en una década se han duplicado tanto el número de personas sin hogar, pasando de 1.704 a 3.380 -1.669 de ellos en Bizkaia-, como las que pernoctan a la intemperie, de 243 a 658 -340 de ellas en el territorio-. Un incremento que tiene mucho que ver con los flujos migratorios, sobre todo con la llegada de jóvenes extranjeros. “El incremento de las personas en exclusión residencial grave en Euskadi viene vinculado, fundamentalmente, por la población migrante”, advirtió Laespada. Los datos así lo confirman: en las tres capitales vascas, el peso de las personas de origen extranjero entre las personas sin techo ha pasado del 63 al 78% en seis años. En solo cuatro, entre 2018 y 2022, el número de personas autóctonas en situación de calle en las tres capitales de la CAV se ha reducido de 216 a 189, mientras que el de personas de origen extranjero ha crecido casi un 50%.

Un fenómeno que se producen principalmente en Bilbao y Donostia, mientras que en Gasteiz se ha reducido. En la capital vizcaina, el 77% de las personas que no tienen una vivienda y el 84% de las que duermen en la calle son inmigrantes.

Respecto a la edad, también se han producido variaciones: más de un tercio de las personas sin techo son jóvenes menores de 30 años -un peso que se mantiene constante en las tres capitales tras el incremento relevante registrado en 2018, y otro porcentaje similar no han cumplido los 44.

¿Por qué? Según explicó Teresa Laespada, la respuesta hay que encontrarla en la falta de recursos y programas en otras comunidades para los menores inmigrantes una vez que cumplen 18 años y dejan de estar atendidos por los servicios de Infancia. En Euskadi, sin embargo, hay programas dirigidos a la emancipación para ellos en clave de formación e inclusión y, al cumplir la mayoría de edad, pasan a recibir automáticamente la Renta de Garantía de Ingresos o el Ingreso Mínimo Vital, por lo que Bizkaia esta atendiendo a jóvenes extranjeros que proceden de otras comunidades autónomas que no cuentan con programas específicos de atención una vez alcanzan la mayoría de edad. De hecho, los últimos datos señalan que el 20% de las personas sin hogar estuvo en un centro de acogida de menores en situación de desprotección. “Sí, pero no han salido de la Diputación de Bizkaia; vienen de los centros de protección de Melilla. En aquellas comunidades donde no tienen un sistema de protección adecuado a partir de 18 años, los chavales se mueven, lógicamente”, señaló Laespada.

Además de las prestaciones económicas que pasan a recibir al cumplir la mayoría de edad “para empezar a vivir”, la diputada foral advirtió de que todos tienen una plaza de alojamiento adjudicada cuando salen de la Diputación. “Tardamos un mes en hacer la valoración pero durante ese tiempo están perfectamente ubicados y no están desprotegidos. No están en la calle”, subrayó.

Esta modificación en la RGI, de hecho, ha llevado a que, actualmente, un centenar de plazas residenciales para jóvenes que han estado tutelados por la Diputación estén vacías. “Al poder ser autónomos y vivir por su cuenta con esa prestación nos ha liberado algunas plazas que podrían ser ocupadas. Ni siquiera las hemos cerrado, siguen estando abiertas para jóvenes migrantes que podrían estar entrando en el sistema”, ahondó la diputada foral.

Para evitar que los jóvenes caigan en la exclusión social, en 2018 la Diputación Foral de Bizkaia puso en marcha la Estrategia Joven, un programa dirigido a personas de entre 18 y 23 años para acompañarles hacia una vida autónoma. Llegan a él los menores que han estado tutelados por el servicio Foral de Infancia cuando cumplen la mayoría de edad, las jóvenes que han sufrido violencia machista y aquellas personas que, previa valoración, se dictamina que se encuentran en situación de exclusión social. Prácticamente es un programa a la carta adaptado a la situación de cada persona, ofreciéndoles apoyo en la formación para el empleo y la orientación laboral, educación universitaria, vivienda o plazas residenciales, atención en centros de día, atención social, psicosocial e intermediación.

Teresa Laespada destacó asimismo el programa Trapezistak, que desarrolla el Gobierno vasco, para jóvenes de entre 18 y 23 años sin red familiar a los que acompaña en su proceso de integración social a través de la formación, el asesoramiento y los recursos habitacionales. En su primer año en funcionamiento en Bizkaia, el programa ha acompañado a 450 jóvenes -437 hombres y 13 mujeres- y 116 personas han logrado sus objetivos; el 24,4% sostiene un proyecto de vida con sus propios medios. 

El apunte

Finlandia. Teresa Laespada admitió que el problema de las personas que carecen de un techo para dormir es “muy preocupante” y que “no tiene una fácil solución”. Además, se trata de un problema “generalizado” en todo el mundo, del que solo Finlandia se ha aproximado a la solución, “sin conseguirlo del todo”, pese a contar con una tasa de inmigración de únicamente el 7%, una población de 5,5 millones de habitantes y después de haber destinado “grandes” sumas de dinero y recursos, muchos de ellos con un enfoque que prioriza la vivienda para iniciar los procesos de inclusión.