Para qué sirve un santo si no se le pueden pedir milagros? Esa fue, tal vez, la pregunta que se hicieron quienes escogieron como Día de la Publicidad la onomástica del 25 de enero, fecha en la que se recuerda la conversión de San Pablo Apóstol, elegido como patrón de la Publicidad por ser uno de los apóstoles que predicó la Palabra de Dios con mayor eficacia. Y es esa celebración del día del patrón de los publicistas la que, coloquialmente, recibe el nombre de San Publicito. Un día en el que, por convenio, las agencias de publicidad disfrutan de una jornada de fiesta que siempre coincide con el último viernes del mes de enero. Leamos cómo lo explica el convenio: “El día 25 de enero tendrá consideración de fiesta profesional y abonable y no laborable. Sin embargo su celebración, de no coincidir en viernes, quedará trasladada al primer viernes laborable posterior a dicha fecha”. Es, ya lo ven, una fiesta sagrada.

El milagro, les decía, que puede pedírsele a este santo laico anda entre dos aguas: una idea con brillo, una ocurrencia con el gancho suficiente para atrapar a los consumidores y un cliente que aprecie la publicidad como una herramienta de empuje en su empresa, que ejerza de motor. Cuando amas cosas se producen un convergen, ya saben... ¡aleluya!

La Asociación de Agencias de Publicidad llevan celebrando las fiestas a este santo desde 1995, excepción hecha del bienio negro de la pandemia. Acaban de hacerlo de nuevo en el Bombón Club de Bilbao, con la aquiesencia del día de descanso que les permitió alargar la noche de la Cena de Publicidad todo cuanto quisiese cada cual.

Digamos que sería una descortesía y una mala educación los registros de cada cual. Llevaron las riendas de la noche (con la excepción, ya les insinué, de algún que otro caballo loco ingobernable...) los integrantes de una junta directiva presidida por José Félix Ruiz, con Ana Bidaurrazaga como vicepresidenta, vocales de la talla de Ana Aurtenetxe y Aitor Zumelzu, y la mano izquierda de María Caballero. Recibieron los primeros parabienes al conocerse la sustancia sólida de la cena-cóctel. Era lógico que así fuese. Les cuento el menú: Bombón de foie con perlas de Yuzu y manzana asada; raviolis de bogavante en caldo Thai de atún rojo y cebolla de Zalla encurtida; croquetas de jamón ibérico con emulsión de azafrán; calamar de potera a la andaluza, lima y alioli de su tinta; blini de sarraceno con salmón ahumado Keia, aguacate y cremè fraiche; pulpo en salsa anticuchera y tuberculos; taco de cochinillo a baja temperatura en salsa perigourdine y cremoso apio nabo; torrija de brioche sobre crema inglesa y brownnie con pistachos. ¡Tremebundas las delicias!

Entre las aproximadamentes 60 personas que acudieron a la cita se encontraban el director general de negocios de Grupo Noticias, Luis Andreu, acompañado por Anton Ilarduya; rodeados de gente como Eduardo Gallo, Willy Díaz de Vergara, Berta Mateos, Ortzi Uriarte, Belem Horas, Anne Arrizabalaga, Adriana Vera, Hodei Uriarte, Álex Díaz, Jon Ortiz de Urbina, Juan Luis Feijó, Libia de la Fuente, Ramón Mandiola, Kike Hermosilla y un buen puñado de gente que se movió en una atmósfera a media luz.

No fueron los únicos presentes. Allí se encontraban, a su vez, César Magallón, Iñaki Latorre, Koldo Marcilla, Iker Lasaosa Roberto Enrique, Amelia Sancho, Ana Cuello y Héctor Plazas entre otra gente involucrada en la magia de la compraventa, con poderes fabulosos para activar ese universo con sus palancas. En un rincón dos voces comentaban, a cuesta de San Publicito, que el nombre no quiere ofender a nadie con sentimientos cristianos, que no es una suerte de Charlie Hebdo. Como dato curioso: no fue hasta el 25 de enero de 2019 cuando coincidieron San Pablo (25 de enero) y San Publicito (último viernes de enero).