Hace diez días la santurtziarra Lidia Gil, de 92 años, y su familia recibieron la mala noticia de que el fallo del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) dejaba sin efecto un auto judicial que declaraba al Ayuntamiento de Santurtzi responsable subsidiario a entregarle la vivienda a la que el empresario Jabyer Fernández se comprometió y que, después incumplió. La revocación de ese auto fechado en octubre de 2021 por parte del Alto Tribunal deja a Lidia Gil con la amenaza del desahucio sobre su cabeza. “No esperábamos una sentencia de este tipo. Creíamos que el fallo iría en el mismo sentido que el anterior. Este dictamen del TSJPV ha sido un jarro de agua fría”, expone Lourdes Torres, sobrina de Lidia.

Lidia fue víctima de un engaño por parte del empresario Jabyer Fernández, una persona a la que la mujer de 92 años conoce desde bien pequeño y con el que firmó un contrato de permuta a través de la empresa Residencial Mamariga. En ese acuerdo, Lidia entregaría un solar y su precioso baserri a cambio de una vivienda en concreto dentro de la promoción que se alzó en dicho solar. Pero la constructora no cumplió su parte del trato y vendió ese piso, ofreciendo a Lidia uno de inferior calidad. Ahí fue cuando esta mujer nacida en Mamariga y cuya intención es vivir en su barrio hasta el último de sus días, judicializó el caso. La empresa Residencial Mamariga entró en concurso de acreedores y todo ello no hizo más que empeorar las cosas dado que le ofrecieron una vivienda en usufructo con una carga de 240.000 euros. Durante todo este tiempo, Lidia está viviendo en un bajo que ha caído en manos de un fondo buitre. “En este tiempo han tratado de desahuciarla hasta tres veces”, apunta Lourdes. Los tribunales han impedido la ejecución del desahucio las dos primeras ocasiones, pero el fondo buitre ha vuelto a judicializar el caso. “Tenemos juicio, posiblemente, para el mes que viene. Todo lo que está sufriendo mi tía es inhumano”, declara Lourdes.

Si una persona a los 92 años ya es especialmente vulnerable, la situación que está padeciendo Lidia desde hace ya dos décadas le hace más vulnerable si cabe. “Al día siguiente de conocerse el fallo ni quiso levantarse de la cama para comer. Está tocada, pero le decimos que para arriba, que tenemos que seguir luchando”, expresa Lourdes. A Lidia le queda la opción de recurrir el fallo del TSJPV al Tribunal Supremo, algo que, a día de hoy, no se sabe si va a suceder. “Mi tía ya ha dedicado mucho dinero a esta cuestión de la que es la víctima”, indica su sobrina. Esta familia sabe que, una vez más, volverá a contar con el apoyo de su barrio. “Siempre han estado ahí y sabemos que volverán a estar. Les estamos agradecidísimos”, concluye Lourdes.