Siempre me ha interesado la geología, el componente sólido del terreno, dicho por alguien como yo que nada sé de esta materia. Pero los montañeros tenemos una interesante ligazón con esta ciencia, así como con otras, por eso no me canso de decir que disfrutamos y aprendemos constantemente del deporte más bonito que jamás se haya inventado. Ojo, por si fuera poco, no es competitivo, todos por igual y en ayuda de quien lo necesite.

En esta vida hay que rodearse de eruditos. De esa forma parece que sabes algo, aun no sabiendo nada. En el apartado de geología tengo la suerte de aprender de Iñaki García Pascual o, como ambos nos llamamos, tocayo al cuadrado. Iñaki es geodivulgador y no conozco a otro que lo cuente tan bien como este leonés criado en Bizkaia. Juntos organizamos hace años una conferencia que sólo con su título llama la atención: Los mares de Itzina. En adelante tengo previsto escribir sobre el mar de corales que fue el macizo kárstico de Orozko-Gorbeia. 

Hace poco le envié la fotografía que reproducimos tirada desde la zona alta de Zeanuri, con ese aluvión de piedras sueltas cayendo, y Anboto de fondo. Le pregunté si es por casualidad que sean escalones calizos (barras calizas las llama él) los que hay debajo de Lekanda, entre su base y la pista que sube desde Pagomakurre, o es un escalón de los de Igiriñao o de los que hay bajo el propio Arraba. Podría ser de origen glaciar, o no.

Y esta es la respuesta que me brindó: “Es difícil explicarlo desde cero en tan poco espacio. Te puedes quedar con esto: Primero la karstificación da ese aspecto inconfundible a la caliza. Y después, los canchales de bloques calizos sueltos se han formado por la erosión en procesos de glaciarismo de baja intensidad, en relación con los restos de morrenas que al parecer hay en el entorno de la cima de Gorbeia. Serían bloques formados por la acción en cuña del hielo [entrando y rompiendo] durante milenios en las grietas de la roca. 

Me comenta el geólogo que el resalte calizo en sí corresponde a un pequeño arrecife que se formó en ese punto hace 100 millones de años (en números redondos) y que luego vino la tectónica que lo levantó hasta donde está, y la karstificación, que da ese aspecto inconfundible a la caliza. En la imagen de la izquierda los círculos en verde son depósitos periglaciares: “Los geomorfólogos decían en mi época de estudiante que eran como posibles restos de morrenas glaciares; es decir, el núcleo del mini-casquete de hielo que pudiera haber estado en su día sobre la cima”, ilustra. El indicativo de la imagen ‘A’ es Arraba y ‘G’ es la cima de Gorbeia. La cuadrícula es de 1 kilómetro x 1 kilómetro.

“El glaciarismo Cuaternario en los montes vascos sigue siendo hoy un tema de discusión entre numerosos investigadores, como en el estudio Morfología y evolución glaciar cuaternaria en el Macizo del Gorbea, de Adrián Burgada Ereño (2016). “El análisis de las formas y depósitos identificados en el macizo de Gorbeia nos habla de procesos glaciares en marcha en el Pleistoceno Superior, hace entre unos 125.000 y unos 15.000 años. El clima de aquella época, junto con el relieve y orientación de la cima, propició el desarrollo de glaciares a altitud relativamente baja. Los datos geológicos permiten deducir que entre las cotas 970 y 1.145 hubo hasta tres circos glaciares orientados al NE, con masas de hielo de entre 80 y 100 metros de espesor y longitudes de entre 600 y 1.000 metros. También se detectan, siempre según este estudio, dos momentos claramente distintos de avance glaciar”, termina Iñaki García Pascual esta cátedra geológica gorbeista para nuestra sección de Historias Montañeras.

Como decía al comienzo de este artículo, que suma el 149 publicado en DEIA en este cuadernillo que cierra la Sección de Hemendik los domingos, no hay como aprender. Es mi caso. La geología se ayuda de disciplinas como la paleontología, la geomorfología, la sismología o la vulcanología, ahí es nada.