No hay más que ver las caras de los niños y las niñas. Olentzero y Mari Domingi, con la ayuda de los galtzagorris, ya han pasado por las casas de Bizkaia y han dejado una lluvia de ilusiones. Los más pequeños han vivido momentos cargados de mucho nerviosismo para ver si encontraban sus regalos debajo del árbol. Pero el carbonero y la pastora no han desfraudado, han trabajado muchísimo para transformar los deseos enviados por los niños y las niñas en realidad.
Y parece que han sido muy pocos los txikis que se han portado mal este año, así que Olentzero y Mari Domingi apenas ha tenido que dejar carbón en las casas.
Una vez concluido su trabajo con éxito, han vuelto a sus baserris, en el monte. Habrá que esperar un año más para que nos vuelvan a visitar.
Casa de Olentzero
Alrededor de 30.000 personas visitan cada año en Mungia la Casa del Olentzero, un espacio en el que además de la recogida de cartas con peticiones para la noche del 24 de diciembre se enseña la mitología vasca.
Además de la Casa del Olentzero, en las instalaciones se puede visitar el espacio denominado Izenaduba Basoa, un bosque con diversas atracciones y figuras mitológicas.
En declaraciones a Europa Press, Galtzagorri, ayudante de Olentzero, ha explicado que los meses más intensos de actividad son noviembre y diciembre, en los que se multiplican las visitas tanto de centros escolares como de familias.
Respecto a las peticiones que los menores hacen al Olentzero, ha asegurado que le piden "de todo", aunque Olentzero "a cambio solo pide que se porten bien, y sobre todo, que se hable en euskera".