El departamento de Turismo, Comercio y Consumo del Gobierno vasco, el Ayuntamiento de Balmaseda y la Diputación Foral de Bizkaia ha firmado un convenio para llevar a cabo un proyecto sostenible de mantenimiento y rehabilitación para uso turístico del Museo Boinas La Encartada, abierto al público desde 2007 y actualmente de gestión foral. La actuación se enmarca en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia Next Generation, financiado por la Unión Europea dotado con 300.000 euros, según informa el Consistorio.

Reconocido desde hace cuatro años como Anchor Point o Punto de Anclaje de Referencia de la Red Europea de Patrimonio Industrial (en inglés, European Route of Industrial Heritage) por su relevancia histórica y polo de atracción turística, el museo encartado acogía recientemente la visita de expertos en patrimonio industrial de Luxemburgo, Alemania, Italia, Noruega y Reino Unido que también se desplazaron a la ferrería de El Pobal.

El mes pasado La Encartada albergó una jornada técnica en la que, junto con el Museo Vasco del Ferrocarril y el Museo Textil de Béjar, analizaron los retos en la divulgación de estos espacios. Los ponentes coincidieron en señalar que uno de los grandes puntos fuertes del museo de Balmaseda reside en la maquinaria “en su mayor parte inglesa, de finales del siglo XIX y principios del XX”. Así, “conserva intactas su imagen y dotación tecnológica y mantiene al completo todos y cada uno de los elementos del proceso productivo: desde la recepción de la materia prima en crudo hasta el proceso de empaquetado y expedición”, destacan desde la Diputación Foral de Bizkaia.

Varias piezas se han restaurado para realzar el valor de las visitas guiadas con una aproximación a lo que pudo ser el funcionamiento de la fábrica entre 1892 y 1992 para la producción de las propias boinas a “mantas y paños, además de guantes, bufandas, viseras, pasamontañas, madejas y ovillos”.

Constituye uno de los ejemplos más recientes la máquina de Cándida, una máquina de coser de la marca Singer que simboliza la aportación de las mujeres al trabajo en la industria, a menudo invisibilizada. Un modelo adaptado para confeccionar viseras y gorros marineros en La Encartada entre 1921 y finales de 1930. Paco Basterretxea Martínez, que trabajó como contramaestre durante más de treinta años, identificó la máquina de su madre.

Un hallazgo al hilo de la temática “poco explorada hasta ahora” del congreso sobre género e industrialización celebrado en La Encartada. La información extraída de las de las conferencias se plasmó en un libro presentado en octubre “con un enfoque novedoso” y la intervención de expertos procedentes del Estado y otros países que consolidan a Balmaseda como referente.