“Tu vida es más importante para nosotros que hacer cumbre”. Esto es lo que cuenta el porteador Ghulam Murtaza que le dijeron los alpinistas que lo rescataron en el Broad Peak, donde fue abandonado a su suerte cuando se le congelaron los dedos. Los clientes para los que trabajaba, que ahora parecen haberse interesado por él, meses después de la expedición, achacan sus lesiones a su falta de preparación y aclimatación y a que no llevaba el equipo necesario. Son las luces y sombras de una historia a la que una montaña de personas solidarias buscan escribir el mejor de los finales con la operación a la que se le tiene previsto someter en Bizkaia.

“La cumbre la podemos hacer el año que viene. Ahora vamos a salvar tu vida”. Algo así le vinieron a decir a este joven paquistaní de 24 años, padre de dos niños y único sostén de su extensa familia, los escaladores que le devolvieron el aliento cuando estaba a punto de apagarse. “Ya no se podía mover. Estaba tumbado en la nieve, muy confundido. Se había quitado los guantes, las gafas de sol… Fue muy duro, sobre todo en la parte más alta, trasladarlo, moverlo... Asumí que 30 o 45 minutos más tarde estaría muerto”, explica, en una entrevista concedida a una televisión paquistaní, Lukas Wörle, el alpinista austriaco con quien tuvo la suerte de encontrarse.

Según su relato, encontró a Murtaza “justo debajo de la cumbre rocosa de Broad Peak, a más de ocho mil metros”, tendido en el suelo, “escupiendo sangre y con mal de altura”. Desorientado, el joven “no podía mantener una conversación ni decir su nombre”, detalla el escalador, quien lo tuvo claro a la hora de decidir entre cumplir su objetivo o socorrerle. “No lo dudé. Le ayudé a bajar para salvar su vida. Mi esperanza es que todo el mundo eligiera salvar una vida humana en lugar de hacer cumbre”, señala.

Entrevista a Lukas Wörle, alpinista austriaco que rescató al porteador Murtaza

Entrevista a Lukas Wörle, alpinista austriaco que rescató al porteador Murtaza

En su intervención en el citado medio deja constancia de lo costoso de su hazaña humanitaria. “Él no se podía mover por sí mismo. Fue agotador porque yo tampoco tenía medios adecuados para ese rescate. Avisé a mi familia de lo que había ocurrido y de que necesitaba ayuda. Fui ayundándole a bajar hasta los 7.000 metros”, recuerda. A esa altura se cruzaron con un alpinista norteamericano que disponía de medicamentos y oxígeno y se prestó a colaborar en el rescate.

“Dependes de la ayuda de otros”

Pese a que ha salvado literalmente la vida a Murtaza, Wörle se resta importancia y no se siente “un héroe”. “Tengo interiorizado, especialmente en la montaña, donde a esas altitudes no pueden volar helicópteros de rescate como en Europa y dependes de la ayuda de otros, que la comunidad montañera siempre tiene que estar unida y prestar ayuda a la persona que lo necesite. Es mi naturaleza y es como siempre voy a actuar”, asegura.

Preguntado por alguna recomendación para realizar rescates a esa altura, confía en que “nos ayudemos los unos a los otros, a quien lo necesite. Es lo más importante para poder rescatar a una persona que está a 8.000 metros”, reitera Wörle, que sigue soñando con “hacer cumbre en un ochomil sin oxígeno”.

Las críticas de sus clientes

Sebastián Arizpe y Max Álvarez, los dos alpinistas mexicanos que contrataron los servicios de Murtaza para ascender al Broad Peak, han dado señales de vida. De hecho, ambos se han puesto en contacto con el alpinista Alex Txikon, una de las personas que han posibilitado el traslado del porteador a Bizkaia, y en la recaudación abierta en la plataforma gofundme se han registrado sendas donaciones, de 1.600 y 1.900 euros, realizadas por Arizpe.

Estos gestos llegan meses después de la expedición en la que ellos hicieron cima y Murtaza se congeló los dedos. Unas lesiones que ambos achacan a la escasa “preparación” de este porteador, con quien “nunca hubo una comunicación directa”, dice Arizpe, por la barrera del idioma. Según explica en una conversación con el expedicionario mexicano Héctor Ponce de León, colgada en internet, los porteadores “quieren hacer cumbre desesperadamente a toda costa, sin tener la aclimatación necesaria, el equipo necesario, el tiempo necesario, sin haber ayudado a los clientes con los que iban, etc. Todo para poder cobrar el próximo año una tarifa mayor”.

Porteador asistido en Bizkaia con ayuda de Txikon: "Me hacen sentir como en mi casa"

Porteador asistido en Bizkaia con ayuda de Txikon: "Me hacen sentir como en mi casa" Pablo Viñas

Tras criticar el servicio prestado por los porteadores paquistaníes –“nunca se montó una carpa, nunca se derritió agua. Nos ayudaron a cargar dos carpas y lo demás fue su agenda hacia la cumbre”– Arizpe concluye que “eso nos llevó a sus múltiples actos y a la tragedia de que uno tuviera unas pérdidas de algunas extremidades de sus manos”.

Para su compañero de aventura, Álvarez, que también participa en la charla, el foco hay que ponerlo en por qué ascienden a estas cumbres porteadores con una preparación “muy básica”, una equipación insuficiente y necesidades económicas. “Eso les pone en una situación muy precaria donde toman demasiados riesgos y al final arriesgan a todo el mundo”, censura el alpinista, quien recuerda que Murtaza tuvo que ser rescatado. “En el momento en el que nos dijo: Ya no me encuentro bien, me voy a bajar, todavía venía bien, consciente. Después nos enteramos de que él decidió continuar y que otra expedición tuvo que ayudarle a bajar. El tema es que esa gente no debería de estar tan arriba en la montaña”.

"Que no les pase a otros"

A oídos de Murtaza han llegado los comentarios de los alpinistas que le contrataron sobre su falta de preparación. “Lo dicen ahora en México porque allí no me preguntaron si yo era capaz de subir o qué experiencia tenía”, señala, agradecido de “estar aquí en buenas manos”. “Me quedo con todo el amor y la ayuda que estoy recibiendo y espero que no les pase a otros porteadores”, confía.

Dado el elevado importe que conlleva esta iniciativa solidaria, sus impulsores han abierto una cuenta a nombre de Murtaza para sufragar sus gastos. El número de cuenta de La Caixa al que se pueden realizar las aportaciones es ES18 2100 4979 8507 0000 0711.