El título de esta reflexión es exagerado pues entre el cambio climático y una naturaleza que no obedece a nadie, las cosas se pueden repetir pero he querido dar esa impronta para destacar lo que hemos avanzado en cuarenta años, para que tragedias como las vividas no vuelvan a suceder. A una sociedad como la nuestra que se queja de todo quizás le falta perspectiva de lo mucho que se ha hecho y de lo que falta por hacer.

Las inundaciones son fenómenos naturales y su frecuencia es variable. Hace ahora 40 años, el 26 de agosto de 1983, tras varios días lloviendo sin cesar, nos quedamos sumidos en un caos total, cuando la furia de una gota fría nos visitó y nos generó importantísimos daños en un centenar de localidades vascas. Entre las más castigadas estuvieron Laudio/Llodio, Ugao-Miraballes, Arrigorriaga, Bilbao, Basauri, Etxebarri y Galdakao (en la cuenca hidrográfica Nerbioi-Ibaizabal); Alonsotegi (Kadagua); Sondika (Asua); Mungia (Butroi); Bermeo y Gernika (Oka); Elgoibar (Deba), Tolosa (Oria); Hernani, Lasarte y Donostia (Urumea), y muchos otros municipios de la Comunidad Autónoma Vasca.

Las pérdidas humanas fueron 34 personas fallecidas y cinco desaparecidos.

Los daños materiales se valoraron en cerca de 200.000 millones de pesetas, unos 1.200 millones de euros. Carreteras cortadas. Falta de información, convirtiéndose las radios en grandes medios de comunicación avisando de lugares de reparto de agua con camiones cisterna en las zonas más afectadas, etc.

Hace 40 años carecíamos de casi todo. No teníamos transferencia de la competencia en aguas, no existía el Servicio Vasco de Meteorología, no teníamos información sobre los comportamientos en los cauces, tampoco sobre cómo afectaban las diferentes infraestructuras que se apoyan en sus cauces y muchísimo menos el conocimiento del estado de las llanuras de inundación de los cauces.

Fue muy importante y es digno de reconocer la maravillosa respuesta de la ciudadana. Se volcó ayudando a los más necesitados; acudiendo voluntariamente a las zonas más afectadas para llevar a cabo todo tipo de trabajos. Del “no saldremos de esta” a ver cómo con el tiempo y las apuestas superamos con notable aquella tragedia.

Por ese motivo el Gobierno vasco, aun careciendo de la transferencia de aguas, puso en marcha el llamado PIPI: Plan Integral de Prevención de Inundaciones, con el fin de disponer de una herramienta fundamental para la ordenación de nuestro territorio, desde el mayor respeto hacia el río y hacia los usuarios del mismo.

El estudio se llevó a cabo en 19 de las 25 cuencas hidrográficas de nuestra Comunidad y su contenido fue:

• Detalle de la pluviometría de todo el territorio.

• Análisis del comportamiento de todas las presas y su capacidad de laminación.

• Cálculo de la precipitación media probable en todo el territorio.

• Estudio de la precipitación y cálculo de las manchas de inundación correspondientes.

• Cuantificación de daños.

• Estudio de alternativas.

• Propuesta de soluciones.

• Creación de Red de Alarma en tiempo real.

• Plan de Conservación de cauces.

• Recomendaciones de cálculo.

Por un problema negociador no teníamos la competencia en aguas siendo la última comunidad en conseguirlo, gracias a que en el Congreso el Gobierno presidido por Felipe González necesitaba la asistencia del Grupo Vasco que supo mover las fichas para lograr que por fin se desatascara una competencia que se comenzó a negociar en 1980 y acabó su transferencia catorce años después, el 31 de mayo de 1994, cuando finalmente se logró el acuerdo. Fuimos la última Comunidad Autónoma en lograrlo. La aprobación de la Ley de Aguas de 1986 supuso un retraso importante en el proceso negociador como consecuencia de la interposición por parte del Gobierno vasco de un recurso de Inconstitucionalidad a la Ley 29/85 de 2 de agosto de regulación de las aguas, en noviembre de 1985, y un conflicto de competencias al Real Decreto 849/86 relativo al dominio público hidráulico, en septiembre de 1986.

Hoy, 40 años después de aquel episodio, con los medios que disponemos, conoceríamos el posible efecto en nuestros cauces y podríamos informar a la ciudadanía y actuar en consecuencia, aunque, también hay que decirlo, con una tromba y fuerza de inundación tan importante tendríamos problemas en algunos lugares de la comunidad.

Para finalizar, simplemente apuntar las importantes obras que se han realizado durante este período de tiempo para tratar de corregir estos episodios citando la corta del Río Nerbio-Ibaizabal en la zona de Peña-Bilbao y la apertura del canal de Deusto; las ampliaciones y rectificaciones en el río Gobela (Getxo); en Etxebarri, Basauri y Galdakao en el río Nerbio-Ibaizabal; la corta del Asua en Erandio; las actuaciones en Sondika; la desviación de los arroyos de Bermeo; actuaciones en el Urumea; el encauzamiento en Laudio-Llodio y un largo etcétera. l

Directora de Aguas del Gobierno vasco (1991-1994)