Su pasión por el circo y los malabares le sirvieron para recuperar el timón de su vida y convertir esa afición en una profesión a la que le dedica todo su tiempo y esfuerzo. El zaldibartarra Javier García Mimo, no entiende la vida sin circo. Y el circo forma parte de su vida desde que a los 18 años en el Gaztetxe de Zaldibar descubrió el mundo de los malabares. Fue entonces cuando empezó su inquietud por las artes escénicas y pese a su juventud, en 1996 decidió partir en busca de su sueño. “Conocí a gente de Córdoba que tenía una asociación circense y me instalé allí hasta que en 2015 volví a Euskadi y desde entonces estoy entre Bilbao y Orio. Cuando me marché hace 27 años no había nada de circo por aquí y ahora empieza a haber mucha gente y muchos espacios que apuestan por ello”, explica el malabarista que en 2006 creó la compañía Barré.

Lo hizo tras acabar sus estudios en la escuela de circo Rogelio Rivel de Barcelona y desde entonces no ha parado de formarse y de entrenar con una vocación clara: acercar el circo a lo cotidiano. Para ello rehuye de los malabares habituales y busca desde la técnica y la habilidad utilizar diferentes objetos del día a día para introducirlos a sus espectáculos. “Siempre digo que el circo ha sido mi vía de escape, es empezar a ensayar y entrenar y dejar de pensar. Tras terminar en la escuela de circo instalamos La Carpa de Pizarra en Málaga y he sido un enfermo del entrenamiento. Para mí el teatro y el circo van de la mano y lo que me apasiona es la búsqueda de los objetos, mostrar esa habilidad a través de una historia”, subraya.

Así, durante ese mismo año pudo estrenar su primer espectáculo Tras la escoba. En esta obra emula la jornada laboral de un barrendero, con un toque de humor y mostrando sus habilidades en la manipulación de escobas, acrobacias y equilibrios. Y pese a su estreno, hace ahora 17 años, sigue estando presente en diferentes escenarios y ha recorrido infinidad de pueblos, ciudades y festivales, nacionales e incluso internacionales obteniendo diferentes reconocimientos. “Es un espectáculo que sigo haciendo –el 27 de julio por ejemplo estuvo en Santa Marta de Tormes – y que a lo largo de todos estos años ha ido cambiando mucho”, relata el artista circense al tiempo que añade “cuando sale un malabarista a escena el público lo identifica enseguida, pero cuando sale un barrendero piensas que las escobas son para barrer, pero no… Me gusta buscar la originalidad y hacer que sea diferente a la habilidad”.

Años después, en 2012 presentó el espectáculo Juan Palomo. “El palomitero es un puesto de palomitas que es un formato de apoyo a otros eventos y que suelo hacer esporádicamente cuando me lo piden” y finalmente esta primavera ha podido estrenar Nao-Now-Nau. Un espectáculo de calle que aborda la cuestión de los plásticos en el mar desde el prisma de un carismático arrantzale cojo que, sin embargo, esconde una gran habilidad en sus pies. “Durante los cinco últimos años he estado trabajando el antipodismo, que consiste en hacer malabares con los pies, y empezar a los 40 a trabajar esta técnica ha sido complicado porque partía de cero, pero con motivación lo he podido llevar a cabo. Siempre me ha movido esa inquietud y es lo que me motiva y aunque ha sido un proceso muy largo, estoy muy contento con el resultado”, apunta.

VOCACIÓN

Padre de tres hijos –la mayor de 17, el mediano de 11 y la pequeña de 8– a sus 45 años, Mimo reconoce que “he pasado por momentos muy complicados y cuando tienes una familia detrás en más de una ocasión piensas en tirar la toalla, sobre todo durante los años de 2012 a 2015 y por eso en parte decidí volver a Euskadi, porque quería recuperar mi vocación y he apostado todo por ello”.

Ahora, la vida le sonríe y aunque reconoce que “hemos andado un poco tarde con la distribución de este último espectáculo, sé que está gustando y confío en poder cerrar muchas más fechas para el próximo verano”. Por el momento Nao-Now-Nau ya se ha presentado en Leioa, Berriz, Barakaldo y a finales de este mes de agosto –los días 26 y 27– estará en Aveiro (Portugal), en septiembre recalará en Orio y en octubre en Torrelavega.