La frase del titular se acuñó en torno a los eventos del centenario de la Cruz de Gorbeia en 2001. Creo fue Gorbeialde quien la promovió. No hubo consenso. Zeanuri se quejaba; no quería ser la puerta trasera. Pero me viene a cuento para contar su historia resumida en estas 783 palabras.

En 1338 María Díaz de Haro funda la población siendo hasta entonces anteiglesia de Zeanuri. Lo hace para “controlar el camino real y con ello las mercancías”. Son dos calles: la de arriba y la de abajo. Se construyen casas de artesanos en el arenal (Arenaza – Areatza). La voz en español es la contracción de villa de Haro: Villaro. El gentilicio es villarostarra.

Se obliga a los artesanos del lugar y de la zona a que vendan allí sus productos y se les entregan solares y madera para que construyan sus casas. Es el camino real, el que va de Barazar a Bermeo. Se levantan dos ferrerías en la entrada y la salida de la villa y hacen una especie de sándwich a la población. Ambas son de la familia Abendaño. Elaboraban tochos de hierro. Llegan 14 herreros y se sitúan en las afueras de la villa. Entonces surge el vial de los herreros. Aquí se asientan y son fundamentales para las importantes industrias que han llegado para quedarse. Hacen clavos y herraduras. Con la crisis de las ferrerías artesanas, ambas se convirtieron en molinos de maíz. Están a la moda del momento empresarial.

Al lado de la bonita escultura Los Vientres de Areatza –de mi amigo Iñaki Lizaso– se sitúa la primera casa industrial del pueblo. Data de 1960. La primera de ladrillo de fábrica. Se levantó cuando llegaron los trabajadores del pantano de Undurraga. Es entonces cuando se duplican los habitantes del pueblo y, en parte, se pierde mucho el euskera “en la calle”. La habitan gente de Extremadura, León y Andalucía. Son constructores de pantanos.

La parroquia se levanta fuera de la villa. Se aprovecha la existencia de una ermita. Se adapta a las necesidades de la expansión. En el siglo XVI tenían que enterrar dentro de la iglesia, eran nobles al ser hidalgos. Entonces se amplía el templo y se construye el portalón tan llamativo que tiene. En el siglo XVII llegó la torre. En el XIX añaden más altura, para no estar tan lejos de Dios. La esencia en su portada es manierista. Desproporcionan los cuerpos.

Vemos el molino, donde me acuerdo compraba pan con aita y ama, también magdalenas, pamintxas y pastas de pequeño, cuando bajábamos de Gorbeia. Es curiosa su historia. Fue en origen la antigua ferrería de Abendaño, que ha sido el motor económico de la villa. Su antepara recogía agua de los dos ríos que allí confluyen. Detrás y en caída notable, una serrería aprovechaba el caudal y finalmente por tercer escalón, cerca del río, una central hidroeléctrica alimentó de energía al pueblo hasta su desaparición cuando se asienta el emporio de Iberduero.

En el s.XIX se construye la carretera que existe al lado de la iglesia. Entonces tiene que moverse la villa y adaptarse al nuevo tráfico. En esta época de tanto cambio llega el tranvía de Arratia y el modismo del turismo termal. Burgueses de Bilbao, Laudio o Amurrio arriban a Villaro de vacaciones de balneario.

El Palacio Gortázar y sus pinceladuras en la plaza asemeja a una antigua valla publicitaria. Llegan desde Altzusta, Zeanuri; son la familia más adinerada del valle y se asientan en el mejor solar que existe. Siendo alcalde Josu Basozabal se compró el edificio al Marqués de Riscal.

La fuente de la alcachofa es la marca del pueblo. La encarga el Ayuntamiento en 1856. Quiere una fuente pública. Es neoclásica. Posiblemente aprovecharon un abrevadero que allí había. La diseña Martín de Salazar, arquitecto vitoriano muy famoso, autor también de la fuente de Vulcano en Otxandiano. A su vez se levanta el Ayuntamiento. Frente a ella hay dos palacios que comparten tejado y que son barrocos del siglo XVIII: Errotaetxe. Eran los dueños de los molinos.

Al lado hay una casa mudéjar preciosa. Su portada está compuesta por placas de escayola traídas en mosaicos de 1 metro cuadrado de algún taller de Palencia. Es del siglo XVI. La casa de villa más antigua de Bizkaia. Posiblemente fue taller de telas. Algo más adelante hay una casa con escudo propiedad de un alcalde de apellido Garibi que fue consulado de Pakistán.

Gracias a mi amigo Mikel Urriz, extraordinario montañero y esquiador, puedo contaros esto. Hace un tiempo leí aquí, en DEIA, el siguiente titular: “Areatza muestra su historia y su patrimonio a través de una ruta con autoguía”. Ahí lo dejo.