El fuego forma parte de su ADN literario y es, sin duda, toda una alegoría sobre su propia vida. Nerea Azkona (Sopela, 1982), que utiliza el pseudónimo de Auri Lizundia para diferenciar sus publicaciones científicas de las literarias, es licenciada en Antropología y doctora en Estudios Internacionales. Primero fue becaria predoctoral y ahora es escritora autónoma. De las llamas ha pasado a la combustión literaria, pero siempre con un sello propio basado en la denuncia social con fantasía y humor.
Fue hace algún tiempo cuando se dio cuenta de que el arte cura y el humor salva. “Bueno eso y diez años de terapia”, agrega. Con su primera novela Becaria en llamas busca comunidad de cerillas narra la precariedad laboral en la que se vio inmersa y los abusos de poder en la universidad. Una etapa de su vida en la que acumuló muchas vivencias que quiso compartir. “Hay un imaginario social de que las universidades son un espacio con unas muy buenas condiciones laborales cuando es todo lo contrario”, explica. Por ejemplo, cita cuando estuvo contratada a 40 horas semanales por 660 euros. “A través de la literatura busqué la herramienta para contar una situación silenciada y además repararla cambiando el final”. Fue el inicio de una trilogía que continuó con Autónoma en llamas encuentra bidón de gasolina. Una novela que surgió a raíz de ver frustrada su carrera académica diez días antes del confinamiento. El año clave es el 2020. “Auri se hizo autónoma y a los pocos días llegó el confinamiento. La gente estaba preocupada por comprar papel higiénico y yo entre mi plan de empresa y mis títulos académicos tenía papel de sobra...”, bromea. “Durante estos años las he pasado canutas, pero aquí sigo. Dedico bastante tiempo a la escritura y para escribir una novela me encierro un mes, es decir, un mes que no facturo y que me obliga a trabajar como una loca el resto del año. Mi vida es un juego de dados. Cada día los echo y a ver qué pasa”, relata.
Actualmente trabaja como editora de contenidos educativos y también como consultora de empresas dentro del ámbito de la sostenibilidad, además de formadora sobre violencia obstétrica y en máster de cómics sobre representaciones de género. “Tengo una vida apasionante, pero me resulta difícil definir a lo que me dedico. Me van surgiendo proyectos”, apunta.
La tercera parte de la trilogía es Escritora en llamas, cuya publicación está prevista más adelante. “Tengo tendencia a que me gusten profesiones que no dan dinero y en el ámbito artístico hay una gran precariedad. Con este libro he acabado de cerrar el círculo”, indica. Escribir tiene un aura romántica para la gente “hasta que conoce cuánto se gana por cada libro”. “Hice el cálculo y creo que tenía que vender 500 al año sólo para pagar la cuota de autónomos”, subraya.
Por otro lado, en paralelo a esta trilogía, Nerea está preparando otro libro, una novela autobiográfica que saldrá a la venta próximamente sobre el duelo perinatal tras una experiencia traumática. Se refugió en la antropología y se volcó en la militancia, el activismo y el arte. “La literatura me ayudó muchísimo”, destaca. También abanderó la lucha para implantar un protocolo del duelo perinatal en Euskadi. “Es algo que no existe, pierdes un bebé y no hay un protocolo sobre cómo actuar. Entonces dependes de la suerte de quién te toque... Además, es una realidad que sucede en un 25% de los embarazos, una de cada cuatro, es muchísimo”, sostiene. Por suerte, se ha creado la asociación de duelo gestacional, perinatal y neonatal, Esku Hutsik, que ha permitido visibilizar esta situación. “Es un tabú que rompí”, agrega.
Por último, en plena combustión literaria desde su retiro temporal forzado, con una agenda cargada de presentaciones y charlas, confía en seguir cosechando éxitos literarios. “Si Auri Lizundia se come a Nerea Azkona bienvenido sea”, concluye.