En octubre de 2002, las obras de restauración dejaron al descubierto que la estela románica de 800 años de antigüedad de la iglesia de Ahedo era en realidad un prisma. Dos de sus caras habían permanecido encajadas en la fachada y ocultas a los fieles del valle. Desde entonces se ha convertido en un símbolo del patrimonio local y emblema de los premios Karrantza Naturala. Personas y entidades galardonadas reciben una réplica a pequeña escala en el entrañable acto de entrega que ayer pudo regresar después del paréntesis de la pandemia. En su XV edición, los vecinos que llenaron la kultur etxea tributaron un caluroso aplauso al restaurante Casa Garras y al sacerdote Josu López Villalba.

“Antes nos llamaban preguntando primero por planes de turismo y nos decían que habían oído que en Casa Garras se come muy bien y ahora nos explican que van a ir a Casa Garras y se interesan por qué hacer para completar el día”, comparó Leyre Barreras, que gestiona la empresa Leykatur, cuyas vivencias en el establecimiento se remontan a su niñez. Cuando, en ausencia de teléfonos móviles, se sabía de memoria el fijo de Garras porque con toda probabilidad podría encontrar a su familia en aquel punto de reunión para todo Karrantza. Bernardino Llamosas y Pilar Tejera sirvieron los primeros platos. El fallecido José Mari Llamosas, “el alma mater” al que se recordó con emoción y Nati Orcasitas afianzaron el negocio. Con la tercera generación familiar y, siempre de la mano de productos kilómetro cero, Casa Garras “ha sabido evolucionar y posicionarse” como un referente gastronómico. En la Escuela Superior de Hostelería de Bilbao, Txema Llamosas fue un alumno “brillante y reservado”, describió Amador Orbea, profesor en el centro, que continuó formándose con los mejores chefs para aplicar lo aprendido en Karrantza. Su hermana Pilar creó un viñedo “fresco, joven y vivaz”. Ambos agradecieron las cariñosas palabras que les impulsan a seguir luchando por posicionar Karrantza en lo turístico y lo gastronómico”, prometió Txema, quien elogió a su “impresionante familia” y su inmenso trabajo. A José Mari, “pilar, empuje y entusiasmo”, según Nati Orcasitas, le dedicaron el reconocimiento. “Sois nuestro motor para continuar, nos reconfortáis con vuestras visitas y palabras”, añadió Pilar Llamosas. Solo Nati pudo quedarse hasta el final de la ceremonia. Y es que la cocina bullía para preparar las comidas.

Entre los fieles parroquianos de Casa Garras estuvo Josu López Villalba mientras desarrolló sus funciones sacerdotales en Karrantza. Nacido en Bilbao en 1941, llegó al valle en 2001 y se involucró con la asociación Gure Griña para conservar el patrimonio eclesiástico. Contribuyó de manera decisiva a rehabilitar las iglesias de Santecilla, Presa, San Ciprián, Ranero, Matienzo, La Calera del Prado y otros templos. Exploró libros parroquiales y divulgó muchos de sus datos en los cuadernillos publicados tras la reparación de cada iglesia.

Se ganó el cariño del municipio. Manolín Ahedo y José Ramón García rememoraron la fiesta de despedida en El Suceso en la que se cocinaron “cerca de veinte paellas”. Desde Enkarterri emprendió la vuelta a Ecuador en 2007. Todo Karrantza se volcó en el proyecto de abrir en aquel país una farmacia comunitaria que Josu puso en marcha.

“Aún funciona”, confirmó él. “Aquí fui feliz “¿Qué os voy a contar que no sepáis? Que visitó el valle dos veces la secretaria personal de Lula” reveló ante los boquiabiertos vecinos. Puede sorprender que hiciera hincapié en “cómo el pueblo se paralizaba con los funerales y las procesiones al cementerio, presidir ese hecho humano y antropológico me parecía importante, Karrantza no calla la muerte”, igual que celebra la vida.