¡Qué contraste entre las calles vacías y la farmacia que no daba abasto a dispensar tests de antígenos para las cenas de Nochebuena de 2021 y la estampa que presentaba ayer la plaza San Pedro! Galdames volvía a celebrar el Ogi Eguna como Enkarterri lo conoció hasta el parón ocasionado por la pandemia. Los dos últimos años los vecinos se limitaron a disfrutar de este manjar local en la intimidad de los hogares gracias al reparto impulsado por el Ayuntamiento y establecimientos del municipio para evitar aglomeraciones. Sonreían los txikis que aprendieron a elaborar sus pequeñas hogazas en el horno de leña instalado al aire libre, Mari Domingi y Olentzero, que se dieron un baño de multitudes como las estrellas de la jornada que fueron, y los productores en sus puestos, a pesar de batallar contra fuertes rachas de viento durante toda la mañana.

A los voluntarios de Protección Civil de Balmaseda les trajo reminiscencias del aciago San Severino donde el viento y el fuego transformaron la fiesta en un paisaje desolador. No olvidarán el trabajo frenético de aquel 23 de octubre por el que “el 3 de diciembre recibimos un reconocimiento en Madrid por parte de la Asociación Nacional de Voluntarios de Protección Civil”, contó el jefe de la dotación, Enrique Pastor. Para el Ogi Eguna de Galdames se desplegaron seis personas: “dos en el entorno del recinto de la plaza San Pedro, una en el cruce de la ermita unos metros antes donde suelen aparcar bastantes coches, otra en la parada de autobús de San Pedro y dos voluntarios más en el barrio de La Aceña”. De ahí partieron los autobuses lanzadera que conectaron con el centro de Galdames para evitar, precisamente, los atascos.

Alrededor de cincuenta puestos se instalaron en la plaza y sus inmediaciones. Frente al edificio consistorial, 22 stands de pan artesano y sus derivados, imprescindibles estos días para cenas y comidas. Asier Bengoa se acercó desde Larrabetzu. “A la 1.30 horas de la madrugada” el obrador ya funcionaba a pleno rendimiento para no quedarse cortos con el género. El pan artesano “puede aguantar perfectamente tres o cuatro días y se aprovecha también para el desayuno y hacer tostadas”, explicó. Maikar Pérez de Cárcamo se desplazó desde Amurrio. En el Ogi Eguna “se vende bien, con el pan como estrella, aunque también nos piden rosquillas caseras y pastel vasco”. La coyuntura económica no lo pone fácil a los productores. En su caso, “la gente se queja porque hemos subido un euro el precio del pastel vasco y, aun así, perdemos dinero”, lamentaba sujetando el mantel para protegerlo de las embestidas del viento.

La panadería Saratxaga del propio Galdames es un clásico de la Nochebuena. La clientela esperaba ya turno en su sede del alto de Humaran. En la plaza se repetía la cola, que observó desde el escenario Jonathan Saratxaga, quien se estrenó en el jurado del concurso de pan. A las 11.00 horas él, Jon Cabello y Eduardo Arana empezaron a probar las hogazas de cinco puntas y más o menos un kilo de peso. Valoraron con una nota máxima de cinco “sabor, olor, corteza, cocción y acidez” precisó ante la expectación del gentío que se agolpaba en la plaza.

Entre ellos, Iker Esteban y sus compañeros de la ONG getxotarra Build a Future. Vendieron calendarios solidarios que contribuirán a que puedan seguir ayudando con sus proyectos para “mejorar la escuela orfanato Equinox Junior School en Uganda, donde estudian 81 alumnos, 32 de los cuales han perdido a sus padres”. Además, “por la pandemia ha permanecido cerrada dos cursos lectivos completos”.

Con su ayuda, puede que despierte la vocación literaria como les ocurrió a los ganadores del concurso de cuentos en memoria de Antonio de Trueba: David Villar Cembellín en la categoría de castellano, Aiala Garabieta Oribe en la de euskera y Teresa Cabrejas como la mejor autora natural de Enkarterri. Por su parte, Markel Palacio se llevó el galardón correspondiente al concurso de carteles del Ogi Eguna. Uno que se recordará en particular con el transcurso de los años cuando en Galdames se rememore la vuelta a la normalidad post coronavirus.