En la mañana posiblemente más fría del año se calaban los gorros y subían las cremalleras camino a San Viator. El clima es uno de los aspectos de la adaptación que más ha sorprendido a los 14 alumnos y dos profesores de formación profesional que durante un mes intercambian conocimientos de automoción y electricidad con estudiantes del centro educativo de Sopuerta. Su estancia hasta el 17 de diciembre se enmarca en el proyecto Saam –siglas en inglés de Supporting Alliance for the African Mobility–, una iniciativa piloto de la Comisión Europea para promover la movilidad internacional de estudiantes y profesionales con Europa para mejorar su formación y perspectivas profesionales.

Coordinados por San Viator y la asociación Mundus de Zaragoza, cincuenta centros de 16 países africanos –Angola, Benin, Burkina Faso, Cabo Verde, Camerún, Chad, Costa de Marfil, Eritrea, Kenia, Liberia, Malawi, Mali, Nigeria, Senegal, Sudán y Túnez– y ocho europeos –Bélgica, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Portugal, España y Finlandia– trabajan con un horizonte temporal de cuatro años, entre 2020 y 2024, y el objetivo de consolidar un programa de intercambio similar al Erasmus + en tres áreas: ingeniería, turismo y hostelería y agricultura.

En primer lugar, docentes europeos completaron estancias en países africanos para estudiar su sistema de FP e identificar sus principales necesidades. Después, expertos, técnicos y profesores de FP africanos realizaron el trayecto inverso para una semana de aprendizaje en Bruselas y un mes en las diferentes escuelas europeas socias.

El programa Saam se encuentra en su tercera etapa, los viajes de 300 estudiantes africanos a centros de formación europeos con el fin de que “regresen a sus lugares de origen empoderados y con nuevas capacidades técnicas”. Está previsto que en 2023 puedan realizar prácticas en empresas.

Los anfitriones se están volcando para que los estudiantes de Malawi, cuyas edades abarcan de los 18 a los 25 años, se sientan a gusto en Enkarterri. “Todos los días reciben hora y media de clases de español impartidas por alumnado del grado de Educación Infantil”, explicaba Begoña Inchaurraga, responsable del proyecto. En las dinámicas de aprendizaje mediante retos, que se trabajan por grupos mezclando a los estudiantes de San Viator y sus invitados, el teléfono móvil se convierte en otro instrumento de trabajo para tirar de traductor de Google cuando hace falta. Además, el contenido de estos desafíos se adapta a la realidad que viven en su país. Por ejemplo, arreglan motos y bicicletas, que en África utilizan en mayor medida que los coches.

“La gente es amable y la experiencia nos va a venir bien para el futuro”, aseguró Moses Munthali, uno de los estudiantes, quien valoró el sistema de aprendizaje “más práctico que lo que nosotros estamos acostumbrados”. En su “primera vez en Europa” se lleva el cariño de sus ya amigos. Lilian M’Balaka es una de las pocas chicas que toman parte en el programa. Cursa electricidad y reconocía que “nuestra escuela es distinta”, por lo que podrá sacar partido a la mezcla de continentes.

Desde luego, el balance no puede ser más positivo para San Viator. “Nos aventuramos y decidimos coger a todo el que quisiera venir y todos se están volcando en los retos”, se felicitó Begoña Inchaurraga. Koldo Gamboa, profesor del grado superior de Automoción, destacó también la “iniciativa y ganas de aprender” de todos.